Decía Serrat que de vez en cuando la vida nos besa en la boca. Es cierto. Una de esas ocasiones sucedió en mi primera cena en el Dos Palillos. Aún hoy el recuerdo me pone las neuronas de punta. Felicidad en diferido, creo.
Albert Raurich y Tamae Imachi dirigen en el Barrio del Raval un restaurante prodigioso. Una barra con cocina, una cocina con barra. En ella los cocineros ejecutan su precisa coreografía; del orden brota la creatividad y la belleza. Platos exquisitos de estricto espíritu oriental en tamaño tapa. (Albert ha comentado muchas veces que la suya no es una cocina de fusión). La conversación de Albert transmite el espíritu de quien escruta sin descanso para aprender más, entender más y cocinar mejor. Herencia del Bulli, donde durante años fue Jefe de cocina. La suya es una cocina tan delicada como intensa y compleja: entre otros reconocimientos, Dos Palillos ostenta una estrella Michelin.
Como van a cumplir diez años, han decidido celebrarlo cocinando con amigos y acercando a sus clientes la cultura asiática. Nos cuentan que para "conocer Asia más y mejor, y así poder evolucionar".
En Marzo de 2018, cuando finalicen los doce eventos programados han prometido reinventarse. Lo llaman el post-aniversario, serán tiempos interesantes.
Ishisa San del Restaurante Mibu, el primer invitado a cocinar en Dos Palillos.
El maestro Hiroyoshi Ishida inauguró los actos del décimo aniversario acercando a los asistentes la filosofía de la cocina Kaiseki Ryori. Ishida es un referente mundial en alta gastronomía japonesa y junto a su mujer es propietario del restaurante Mibu en Tokio.
Además de ser conocido por su cocina (y por su reducida mesa de tan sólo ocho comensales), en nuestro país su figura se popularizó gracias a la relación que entabló con Ferran Adrià. Llegando incluso a co-protagonizar un cómic con nuestro cocinero más universal.
Durante su visita expuso con una interesante mezcla de calma y gran expresividad su profunda visión culinaria. En su cocina, siguiendo el concepto del go-shukou japonés, las estaciones del año son la columna vertebral de los diferentes platos del Mibu.
Ishida San cocinó ante los asistentes un espectacular mochi de flor de helecho en caldo Dashi. El caldo, elaborado al momento, sorprendió por su sutilidad. El maestro infusionó el katsuobushi (bonito seco en finas láminas) apenas un minuto.
El resultado es la estación de la lluvia (que ahora empieza en Japón) puesta en un bol. De estética demoledoramente elegante, resultó el primer gran bocado de un menú temático estilo Kaiseki que elaboró el equipo de Dos Palillos.
Al final del acto, Albert Raurich destacó la gran demostración a cargo de Ishida San, "que ha demostrado que la cocina es un arte que permite expresar incluso sentimientos. La comida ha ido muy bien y estamos todos muy contentos"
Estos son los doce platos que Dos Palillos cocinó para los asistentes. Cuidado con enamorarse que enganchan.
Elisabets, 9
Barcelona Barcelona
España