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La identidad de esta pareja de chefs impregna el ambiente. Nada más poner un pie en el restaurante, una es consciente de que la música, la iluminación y la decoración son toda una declaración de intenciones. Hay una enorme barra de punta a punta del espacio que hará las veces de escenario. Alrededor de ella, taburetes negros con los respaldos pintarrajeados donde nos sentamos los comensales, que somos también público. Allí, ante las 60 bocas que, como mucho, pueden disfrutar de un mismo pase, Aridana, Pau y su equipo cocinan, emplatan, explican y tararean.
Alejandro Serrano, el veinteañero que revolucionó la gastronomía burgalesa en 2021 cuando, al frente del restaurante gastronómico que lleva su nombre y su apellido, se erigió como el cocinero español más joven en ser distinguido con una estrella Michelin, ha bautizado su nuevo proyecto como ‘Alex'.
En la planta baja de una mítica discoteca de la localidad lucense de Sarria, muy próximo al Camino de Santiago, se ubica el restaurante Cinza e Lume, donde el chef Francisco Vilela y su equipo practican una cocina de raíces, pero alejada de los estándares de la zona, con un toque personal fruto de sus viajes y su experiencia profesional al frente del catering Volcano, en Lanzarote.
La entrada del restaurante Sabor a Brasa de Palafrugell recuerda a la típica masía catalana encalada en su blanquecino clásico y decorada en las esquinas, marcos de ventanas y puertas con ladrillo visto. El olor a lavanda impregna el lugar y se mezcla con el aroma de la leña ardiendo que prende antes de empezar el servicio para preparar su brasa.
La entrada del restaurante Sabor a Brasa de Palafrugell recuerda a la típica masía catalana encalada en su blanquecino clásico y decorada en las esquinas, marcos de ventanas y puertas con ladrillo visto. El olor a lavanda impregna el lugar y se mezcla con el aroma de la leña ardiendo que prende antes de empezar el servicio para preparar su brasa.
Es una pregunta que hemos formulado miles de veces: “¿Vamos de menú?”. Este ritual gastronómico de primero, segundo y postre forma parte de nuestras vidas y cultura, siendo costumbre de muchos de nosotros, donde el precio era lo primero en lo que uno se fijaba.
Vivimos tan deprisa, sin detenernos ni un solo instante, que muchas veces nos dejamos engañar por una media verdad que en realidad no es más que un acertado eslogan de marketing. Por contra, existe un refranero que, además de popular, es un compendio de frases auténticas, donde la veracidad no necesita ninguna “prueba del algodón”. Bueno sí, una: comprobar la certeza del dicho.