
Disfrutar de una buena comida en una terraza mientras te llega el aire del mar es uno de los mayores placeres que existen. En un rincón privilegiado del muelle deportivo, El Embarcadero ofrece una experiencia donde el tiempo parece detenerse. Entre el vaivén tranquilo de las embarcaciones, este restaurante conquista con una propuesta honesta, cercana y llena de sabor.
C. Joaquín Blanco Torrent, 46
35005 Las Palmas de Gran Canaria Las Palmas
España
Un entorno privilegiado
Uno de los puntos fuertes de El Embarcadero es su ubicación. Se encuentra en un enclave único, con una terraza que ofrece unas vistas inmejorables al puerto, convirtiéndolo en uno de los restaurantes con vistas de Las Palmas más especiales.
El ambiente es relajado, con un servicio que busca que cada cliente se sienta como en casa. "Queremos que la gente venga, coma bien y disfrute sin prisas, y que se vaya de aquí queriendo volver", explica el chef y dueño del restaurante, Rafael.
Otro de los aspectos más valorados es la posibilidad de disfrutar de cocina ininterrumpida durante todos los días de la semana, lo que permite que no haya horarios rígidos y que cualquier momento sea perfecto para descubrir su propuesta gastronómica o simplemente tomar unas cervezas con un plato de calamares, como también apunta Rafael.

La cocina: producto de calidad, brasa y sabor
El punto fuerte de la carta es el pescado fresco a la brasa, y es por ello que la carta cambia diariamente, dependiendo del producto que haya. La carta ofrece platos individuales como el cherne, rodaballo o la merluza en tempura, pero fuera de carta también ofrecen siempre algún despiece: “si hoy hay sama, por ejemplo, se prepara un plato de lomo de sama para la carta y con el resto de ella, se hace un despiece que se ofrece fuera de carta: cabeza de sama, cola de sama o ventresca de sama”, explica Rafael. "La clave está en el pescado fresco. Si el producto es bueno, no hace falta hacerle mucho. La brasa hace el resto", comenta el chef.
Pero no todo gira en torno al mar. La carne también tiene su espacio en este lugar, con platos como la paletilla de cordero lechal hecha al vacío y deshuesada, servida con chalotas y cebolletas y bañada en su propio jugo de cocción, o los cortes seleccionados que pasan por la parrilla para potenciar su sabor.
Los entrantes y los postres tampoco pasan desapercibidos. De hecho, Rafel explica que dos de sus platos más representativos son las croquetas de jamón y la ensaladilla, por ser unas buenas croquetas caseras de jamón y una buena ensaladilla. En los postres, existen algunos indispensables como el arroz con leche o la torrija. No obstante, el favorito del público es el helado de yogur de Peña La Vieja con un chorrito de guarapo y nueces caramelizadas por encima: sencillo, pero con mucho sabor.

La evolución de un restaurante que nunca deja de mejorar
Rafael Bueno se formó en la Escuela de Hostelería Hofmann y estuvo trece años en diferentes lugares de Barcelona, absorbiendo la precisión técnica y la pasión por el producto. En 2006 decidió volver a casa y tomar las riendas de El Embarcadero con una idea clara: ofrecer una propuesta gastronómica de calidad, sin artificios y con el máximo respeto al producto.
"Embarcadero ha crecido conmigo. Cuando llegué, era un lugar completamente distinto. Lo que hemos conseguido ha sido fruto del tiempo, la paciencia y la búsqueda constante de lo mejor para nuestros clientes", explica Rafael.
A lo largo de los años, El Embarcadero ha sabido evolucionar sin perder su esencia. En sus inicios apostaron por una carta más sofisticada, pero con el tiempo han encontrado el equilibrio perfecto entre la cocina de autor y la sencillez bien ejecutada.
"Nos dimos cuenta de que no hacía falta complicar las cosas. El cliente viene buscando un buen pescado fresco, un buen marisco y una carne bien hecha. Queremos ofrecer lo mejor sin perder de vista la honestidad en la cocina", cuenta Rafael.
Hoy, El Embarcadero es un referente gastronómico en Las Palmas, un lugar donde la calidad del producto es el centro de todo y donde cada comida se convierte en una experiencia para recordar.





