
Lebeche, un soplo de aire fresco para La Noria

Lebeche es uno de los pocos restaurantes de la capital especializado en arroces. Abierto desde el pasado febrero, su cocina mediterránea, con productos seleccionados, y su elegante y acogedor local cimentan una propuesta diferente que enriquece la céntrica calle La Noria, una de las históricas de la ciudad con más ambiente.
Pepe García es piloto comercial de profesión y cocinero vocacional. Tras el confinamiento estaba convencido de que quería dar un giro a su vida y cambió Barcelona por Tenerife. Lo que mejor se le daba era hacer arroces después de una larga temporada volando de Vitoria a Alicante. Cada día comía en la costa levantina, tomaba notas, charlaba con los cocineros, les preguntaba sus secretos y cuando regresaba a casa se encerraba a practicar. Así acabó siendo un experto en hacer del cereal más consumido del planeta un auténtico lujo culinario.
Este es el segundo restaurante que ponen en marcha el piloto y su mujer, Esmeralda, una exazafata de vuelo de Spanair. Cuando la aviación era su forma de vida, los vientos eran muy importantes. En esta nueva etapa gastronómica siguen marcando el rumbo dando nombre a sus locales. Lebeche es como se conoce al viento del suroeste que sopla en el Levante español, y que suele anteceder a la calima, un fenómeno muy habitual en Canarias.
Su propuesta se diferencia de la docena de locales de los alrededores con una carta más sofisticada y creativa. “Competimos con calidad, no por precio”, recalca el cocinero. Desde que el mítico Paco Millet cerró El Rincón de las Paellas (ubicado junto a la Plaza de Toros), Santa Cruz se quedó huérfana de un local de referencia. Hubo buenos intentos a lo largo de los últimos años, pero al final ninguno cuajó y Lebeche quiere llenar ese hueco.
El restaurante ocupa una antigua casa terrera de tres plantas totalmente restaurada al inicio de la calle Antonio Domínguez Alfonso, popularmente conocida como de La Noria, ya que aquí hubo una fuente de agua que abasteció a la ciudad durante siglos.
La sala está en el entrepiso. Es elegante y acogedora, con predominio de maderas nobles, tonos claros y luz natural tamizada por los ventanales que dan a la calle trasera, por donde discurre el barranco de Santos. La tranquilidad del interior contrasta con el ambiente vibrante de la terraza. Los restaurantes, uno al lado del otro, abarrotan las aceras con sus mesas y sombrillas, creando un polo gastronómico que aprovecha la primavera eterna de la capital y se llena fácilmente con comidas de trabajo, tardeos entre amigos, cenas románticas y encuentros familiares. Y cuando el resto de la ciudad duerme, La Noria es el último refugio que encuentran los insomnes.
Al cocinero le gusta huir de los convencionalismos para sorprender. Un ejemplo es su ensalada César, transformada en un canelón de seda de arroz, rebozado en kikos (maíz frito) y relleno de una mezcla de rúcula, espinaca, anchoas y pollo, que luego se fríe y se acompaña de salsa césar y vinagreta de alcaparras. Otro de los entrantes imprescindibles, que hay que probar, es la ensalada Lebeche, a base de sandía macerada en vermut, tomate azul y helado de queso Idiazabal con pesto de albahaca y vinagreta. Es una auténtica delicia que hasta puede salvar vidas y dar mucha alegría en una ola de calor.
En el apartado de arroces hay más de una docena de variantes y otras tantas fuera de carta con las que Pepe va testando sus nuevas recetas. Entre los más alabados están el socarrat de una auténtica paella valenciana con ese tostado tan goloso y El Garví, de secreto ibérico, setas y castañas, que es el plato de la casa de su restaurante del sur de Tenerife. También triunfa el marinero Abanda con fumet de pescado, mejillón, calamar, sepia y judías verdes, y en estas semanas hay un fuera de carta intenso y sabroso de cordero estofado y desmigado con setas trompeta de la muerte que gusta tanto que está a punto de pasar a la carta.