Sal Groga

Sal Groga, brasa en las alturas
Sal Groga
15 Septiembre, 2025
Adrián Roque
En Badalona, Sal Groga eleva la brasa a otro nivel: cocina honesta, producto local y una atmósfera única en las alturas, donde cada plato se disfruta con calma y autenticidad.

A simple vista, parece un bar de pádel. Llegas, con coche, a sus instalaciones. Ves a los deportistas, tomando algo en su terraza. Tranquilos. Cansados. Ajenos a la maravilla de cocina que tienen justo sobre sus cabezas. Lo ves desde abajo, justo frente a la parroquia de Sant Sebastià, y no esperas lo que te espera —valga la redundancia— al subir hasta su segunda planta. Allí arriba, lejos del bullicio de la ciudad, de los golpes de pala y el griterío del deporte mañanero, se abre el Sal Groga. Mucho más que un restaurante, podríamos decir que nos encontramos un espacio cuidado al milímetro, con una mantelería y servicios impecables, su cubertería dorada y esa atmósfera que solo tienen los sitios que han nacido con la calma por bandera. Sal Groga no es solo un remanso de paz en Badalona, sino también en el plato. En cada bocado. 

Info adicional:

DIREXIS Pàdel
Carrer de Joan d'Àustria, S/N
08915 Badalona Barcelona
España

657 914 653

La propuesta es clara: producto de kilómetro cero y una brasa cuidada con mimo, alimentada por carbón de quebracho argentino —uno de los que más aguantan el calor y mejor respetan el sabor del producto—. El chef Paco Díaz defiende que no hace falta mucho más: “con buena brasa y un buen producto de proximidad, no necesitas adornos”. Y así es. Todo aquí tiene ese punto de sobriedad que se agradece. Cocina de autor sin pirotecnias. De esas que saben más que gritan. Pero va mucho más, pues este local abre sus puertas los viernes y sábados noche a música en vivo, DJ, monólogos y cómicos. “Abrimos todos los días, pero los viernes y los sábados casi hasta las tres de la mañana. Es un sitio de cócteles y disfrute. De hecho, el éxito es tal que vamos a poner un pequeño escenario”, nos cuenta Agustí.  

Detrás del proyecto está el grupo Direxis, aunque Sal Groga es el primer restaurante del propietario, que proviene del mundo del transporte urbano. ¿El nombre? Tiene su miga, ¡no creáis! “Los buses de Direxis en Badalona son amarillos, de ahí el color. Y la palabra ‘sal’ era una forma de conectar con el morfema de la marca que tiene nuestro transporte urbano, Tusgsal. Así que lo juntamos: Sal Groga”. Y, si le pides una frase para definir su restaurante, no duda: “cocina honesta. De cercanía, pero honesta. Tanto con el producto como con el cliente.”  

Sal Groga

Comida de brasa, comida de casa 

La experiencia arranca con una ensalada de tomate que, créeme, no es una ensalada cualquiera. Tomate jugoso y carnoso, del que apenas se nota la piel, combinado con ventresca, cebolla morada cortada en pluma, piparras, alcaparras y cebollino. Pero lo que sorprende de verdad es su armonía. El tomate se deshace en boca y deja todo el protagonismo a una caballa inigualable. Es de esos platos que uno pide una vez... ¡y vuelve a pedir siempre! 

Le sigue un steak tartar que rompe esquemas. Servido sobre una vajilla con forma de hueso de ternera —sí, literal—, el tartar combina un carasau de carbón negro con helado de mostaza. Pero lo más curioso es su sabor, una mezcla de dulce, cítrico y salado que no había probado jamás en un plato de este estilo. Es fresco y arriesgado, pero sin pasarse de rosca. Porque lo tienen claro: con un buen producto de proximidad, no necesitas adornos.  

Sal Groga

El plato estrella es, sin dudarlo, su rape. Nos permitieron disfrutar de una cola de rape trabajada en una besuguera —tal y como manda la tradición de la buena brasa—, “así el pescado no pierde sus jugos”. Llega a la mesa acompañado de un refrito de almejas, ajo, guindilla y perejil. Una sinfonía deliciosa para mojar pan y mirar por la ventana a la infinidad del cielo, pues si el Sal Groga está en las alturas, su carta te hará elevarte mucho más. En ese momento, mientras saboreas el plato lo ves todo desde arriba, entiendes el porqué de montar un negocio en esta segunda planta. 

Para cerrar, sus postres no desentonan. Unas trufas a la naranja, suaves y mantecosas, esconden en su interior ralladura y naranja confitada, y te devuelven al recuerdo de los postres de antes, sin pretensiones. Junto a ellas, unos canutillos de crema —lo más parecido a unos cannolli italianos— que recuerdan al sabor de los polvorones de Navidad, pero con un relleno que roza lo mejor de una crema catalana. Dulces, nostálgicos y bien ejecutados. ¡Exquisitos para acompañar el café!  

Sal Groga

Un restaurante con alma local 

Sal Groga todavía busca ampliar su perfil de cliente, porque coinciden conmigo en que “su carta no es cara para la calidad que ofrecen”. Se nota que está en arranque, pero va por el buen camino. Lo mejor del restaurante es que no aspira a parecerse a nadie, ni a impresionar con artificios. Solo quiere ofrecer lo que promete: una cocina honesta, con producto local, en un rincón cuidado y tranquilo. 

Porque hay sitios que presumen de estrella sin tener fuego, y otros que cocinan a fuego lento sin buscar estrella alguna. Este local es de los segundos. Un restaurante que no necesita levantar la voz para hacerse notar, porque cuando la brasa está bien encendida y el producto habla claro, lo demás es puro ruido. Y en Badalona, en las alturas, Sal Groga sabe a gloria. 

  • Fotografía: Mario García. 
Sal Groga

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