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La buena notícia del verano en Barcelona es la apertura de una nueva terraza con vistas únicas en Collserola. A estas alturas quien más quien menos ha descubierto grandes rincones en la montaña mágica pero en este caso, el restaurante El Mirador de Can Cases abre un nuevo espacio que lo aglutina todo: la puesta de sol con grandes vistas, música en vivo y una apuesta gastro de calidad.
Tere Montesinos estudió Historia del Arte y profesionalmente se desarrolló en el sector de la moda, como Sales Area Manager en VF Corporation (Vanity Fair). Paralelamente obtuvo un grado superior en enología en Alella y perfeccionó sus conocimientos de cocina en diferentes seminarios para cocina profesional. Por su parte, Aleix Pagan es Ingeniero Industrial y se dedicó desde 1995 al desarrollo de proyectos para la industria farmacéutica y alimentaria.
Hace ocho años que Toti Pigem abría el local, situado en una antigua casa señorial de 1900 en la Pujada de la Mercè, a poca distancia de la Girona más turística pero al abrigo del bullicio. Un establecimiento que tiene entre sus atractivos más destacados un fabuloso jardín que se ha convertido en un inmejorable escenario para disfrutar de una buena comida o una copa a la luz de las velas en pareja o con los amigos. Transcurrido este tiempo, Pigem y el chef Ángel Roqueta han sacudido completamente la carta partiendo de la base de siempre: que el producto sea de calidad.
Hace seis años, el chef Víctor Ferrer transformó el antiguo colmado de sus tíos, en la calle Girona de la Ciudad Condal, en un bar de tapas de alto nivel. El éxito le ha acompañado y la clientela se ha fidelizado. El local se quedaba pequeño y la tienda de maniquís -de casi 300 metros cuadrados- que había al lado cerraba. Era el momento de dar un paso adelante. Pero Víctor, "un enamorado del Betlem tal y como es", según nos dice, no quiso romper con su esencia y apostó por arrancar un proyecto completamente diferente.
Las vistas no dejan de acompañarnos durante todo el trayecto hasta llegar a este enclave único en pleno pulmón verde de Barcelona. Llegamos al Mirador de Can Cases, a tan sólo unos kilómetros de Sant Cugat, y uno ya no quiere moverse de allí. Es la combinación de la panorámica desde lo alto de Collserola, del solecito que alegra la terraza exterior, de la música en vivo que acompaña esos vermús con los que parece que ya has comido, esa carne a la brasa que merece un viaje, la calidez de la chimenea encendida.
Alquilar una hamaca -o una cómoda cama- a pie de playa, ir de tiendas, degustar una oferta gastronómica basada en el producto de más alto nivel, recibir un relajante masaje o practicar actividades náuticas… Las opciones para pasarlo bien en esta playa ibicenca son inmensas. Convertida en un auténtico paraíso para los más hedonistas, por Cala Bassa Beach Club se dejan ver cada verano deportistas, actores y celebrities de todo tipo.
Un paisaje de ensueño enmarca el nuevo restaurante de cala Nova, una playa que ha sabido conservar la auténtica esencia natural y salvaje de Ibiza. Aiyanna plantea una tentadora cocina saludable en dos versiones: en formato snack, para quienes quieren picar algo en la playa, y una oferta más extensa y estudiada para los que prefieren sentarse a la mesa.
Una pequeña pérgola de cañizo nos da la bienvenida a lo que promete ser toda una experiencia. Sus mesas y bancos de piedra invitan a sentarse y disfrutar de una agradable conversación que a menudo brinda su chef Rafael Atripaldi, un italiano afincado en España desde hace 5 años y enamorado de la Costa Blanca. A pesar de su formación en una de las mejores escuelas de hostelería de Suiza, sus raíces napolitanas le hacen sentirse como en su casa debido a la situación geográfica del restaurante.
En pleno Port Tarraco, en la intersección de los Muelles de Lleida y de Llevant, encontramos un establecimiento que reúne restauración de gran calidad y ratos de ocio en su terraza y en el espacio chill out. Inaugurado hace un mes, Medi Terraneum, es un local con espectaculares vistas del Puerto de Tarragona, actuaciones musicales en el anfiteatro, ambiente de relajación en la zona chill out y platos de la mejor gastronomía mediterránea.
Con sólo 22 años su cocina tiene una chispa difícil de encontrar en chefs de su misma edad. Su paso por la prestigiosa escuela de hostelería Hofmann y compartir fogones con el triestrellado Joan Roca, del Celler de Can Roca de Girona o Fina Puigdevall, de Les Cols de Olot (2 estrellas) han forjado la personalidad culinaria de Víctor, que hace apenas tres meses decidió abrir su propio negocio en el local ocupado anteriormente por el restaurante Bocca.