
Bicnic, el picnic para urbanitas

Rápido o lento, el ritmo no importa en Bicnic, el nuevo local que el chef Víctor Ferrer, artífice del exitoso Betlem, ha abierto en la misma calle Girona (Barcelona). Un restaurante, con dos espacios y dos cartas diferenciadas, aunque con algunos platos compartidos, que nos invita a disfrutar de un picnic de lujo en plena ciudad.
Hace seis años, el chef Víctor Ferrer transformó el antiguo colmado de sus tíos, en la calle Girona de la Ciudad Condal, en un bar de tapas de alto nivel. El éxito le ha acompañado y la clientela se ha fidelizado. El local se quedaba pequeño y la tienda de maniquís -de casi 300 metros cuadrados- que había al lado cerraba. Era el momento de dar un paso adelante. Pero Víctor, "un enamorado del Betlem tal y como es", según nos dice, no quiso romper con su esencia y apostó por arrancar un proyecto completamente diferente.
Así nace Bicnic, abierto hace poco más de dos meses, un restaurante que alberga dos propuestas, una fast y una slow. "Dos declinaciones, una más rápida y otra más lenta del mismo producto", comenta Ferrer. El proyecto se inspira en el food truck -también denominado Bicnic- que Ferrer y su socio pusieron en marcha hace unos años y que ha recorrido algunos de los markets y eventos más destacados de la ciudad. Y decimos "se inspira" porque la propuesta gastronómica del restaurante es mucho más ambiciosa.
Dos espacios en uno
Antes de entrar en materia culinaria, es imprescindible hacer mención al interiorismo y conceptualización del local, obra del arquitecto Narcís Font y del estudio de diseño Toormix. Su planteamiento nos invita a imaginar una escapada urbana, desde la ciudad hacia un entorno natural. Así, solo entrar en Bicnic nos topamos con la barra Fast, informal y que simboliza un área de descanso, para continuar hacia la enorme zona Slow, que nos recuerda a un espacio de picnic en medio de un bosque, aunque con una estética muy moderna.
Los dos espacios están diferenciados, igual que sus cartas. En la carta de la barra Fast han incluido una selección de algunos de los greatests hits de su food truck, como la burguer de chuletón y el mollete de porchetta. Para los que no quieran bocadillos, también hay platos como las lentejas con foie, el bacalao con suquet, que sirven gratinado con muselina de ajo negro y espinacas, o el ceviche de atún con crema de aguacate y boniato, que también encontramos, con distinto emplatado, en la carta Slow. Y es que, aunque cada carta tiene personalidad propia, algunos platos hacen presencia en ambas.
La carta de la zona Slow invita a compartir, "como cuando te reúnes con amigos para ir de picnic y cada uno prepara un plato", dice el chef. Conviene probar su fish & chips, no solo por la calidad de su producto, chips de verdura de temporada, ostra del Delta y pescado de roca, que va cambiando según mercado, sino por su excepcional presentación. La carrillera de ternera, servida con salsa de fricandó de boletus, o el calamar relleno con buey de mar y panceta, son otras de sus propuestas. Y uno no se puede ir del Bicnic sin comer su tartar de vaca vieja con anguila ahumada, un plato que tanto se encuentra en la barra Fast, servido sobre tostada, como en la zona Slow, presentado sobre el hueso del tuétano horneado.
Ferrer detesta las etiquetas y defiende que su cocina bebe de muchas influencias personales -se ha formado en Francia y España, en restaurantes con estrella-, que trabaja el producto fresco, y por tanto de proximidad, y que busca jugar con los sabores, combinando ingredientes mediterráneos pero también exóticos. Y lo hace a la perfección, consiguiendo platos que además destacan por sus emplatados bien trabajados y sus cantidades generosas. Una apuesta acertada que, sin importar si es rápida o lenta, seguro que os garantizará una de las experiencias de picnic más gastronómicas de vuestra vida.
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