Sirimiri Gastroleku

‘Sirimiri’, del euskera: Llovizna, lluvia fina, calabobos. Su propio nombre le aporta ya un significado de raíz, de lugar y de personalidad. No en vano, este espacio a caballo entre restaurante y bar se distingue también por disponer de varios ambientes en distintas zonas del mismo, como son su larga barra de showcooking, el acogedor txoko para grupos, el comedor de arriba o el minibar.

Es por ello que nos hallamos ante un moderno local con raíces tradicionales así como diverso en plena Parte Vieja de San Sebastián: sus suculentos pintxos y raciones de día dejan paso a las copas y a la coctelería por la tarde-noche; dos ambientes distintos e informales, modernos y jóvenes, canallas y frescos.

“Sirimiri se ha convertido en una institución para mucha gente joven y, de alguna manera, han hecho suyos muchos de los pintxos insignia, como los nachos o el pan bao, por ejemplo, pero es cierto que hemos hecho mucho I+D en los últimos meses y hemos conseguido una carta top”, nos explica Pauli Viteri, jefa de cocina.

Así las cosas, amén de su vistosa barra de pintxos, con sus gratinados y el pato a la naranja por bandera, en su carta perduran los clásicos pintxos que se han mantenido inamovibles; por ejemplo, los nachos, el steak tartar de solomillo con mantequilla casera o las croquetas de chipirones, “y luego hay otros productos como el pulpo o el pan bao, que aunque modificamos la guarnición, el ingrediente principal se mantiene siempre”, añade Catarina Fernández, segunda de cocina. Actualmente la nueva guarnición que acompaña al pulpo a la plancha es puré de patata con bonito, jengibre y un toque de ají picante, así como tirabeques.

A estos clásicos del Sirimiri hay que añadirles las novedades, tales como el ceviche mixto, que lleva una marinada de cítricos, ají y la típica leche de tigre. “No es el mítico ceviche peruano, es una mezcla de diferentes ceviches, porque este se marina antes, lleva leche evaporada -que no lo lleva el clásico- lleva pescado, pulpo y mejillón…”, relata Viteri.

Asimismo, otras dos de las creaciones recién incorporadas son la presa ibérica o el cordero a baja temperatura. A la primera de ellas se le aprecian a simple vista indudables toques latinoamericanos, ya que se le ha añadido pulpa de tamarindo y pastel de choclo. El cordero, por su parte, ha regresado nuevamente a la carta de este local, porque era un clásico que mucha de la clientela reclamaba y, por tanto, vuelve para quedarse; acompañada, eso sí, de una rica guarnición como es el puré de apionabo y manzana encurtida, entre otros ingredientes. Casi todos los platos, salvo los postres, se pueden pedir en pintxo o en ración.

‘Fueras de carta’: novedades frecuentemente

Sin lugar a dudas, en este espacio destacan también sus ‘fueras de carta’, creaciones que se van cambiando cada dos o tres semanas.  Siempre hay sorpresas; menos con las anchoas marinadas caseras con refrito, pues son ya un clásico, “y casi ya han dejado de ser un fuera de carta”, añade en tono de humor la jefa de cocina. Por si esto fuera poco, también incorporan fueras de carta en sus postres. “Es una manera de que la gente encuentre siempre algo diferente”.

Porque en este local de la Parte Vieja donostiarra son amantes del producto de temporada, por lo que tratan de aportar a todos sus platos un toque del mismo. Prueba de ello, su ensalada o arroz de temporada. “La mitad de nuestras creaciones llevan guarnición con productos del momento; se van cambiando. Nuestra cocina es desenfadada, arriesgada, con base gastronómica tradicional vasca, pero intentamos coger cositas de otros países; no somos tan tradicionales”, señala Viteri.

Entrados en los postres, nos indican que todos ellos son “caseros, elaborados por nosotras todo, desde el helado a la galleta”. Ahora mismo ofertan varios distintos: mousse de chocolate con frambuesa y pistacho, granita de sangría con espuma de yogurt o su ya clásica tabla de quesos.

Noches de cócteles elaborados al momento

Llegada la tarde, paulatinamente la luz se modifica y la música evoluciona para dar paso a los cócteles en el minibar, elaborados por los cocteleros Asier Ariceta e Itoitz Omil Garbizu, sin olvidar a la encargada de barra Nica Castillo.

“En Sirimiri es importante tanto la coctelería como la gastronomía, ya que llama mucho la atención el hecho de que te vean trabajar en directo; hay mucho contacto con la clientela y no nos encasillamos en nada”, cuentan. Porque Sirimiri es, al fin y al cabo, un conjunto de gotas culinarias en el mismo corazón de la Parte Vieja donostiarra.