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Un mantel de papel puede ser un excelente punto de partida para adentrarse en los platos de un restaurante. “Queremos ser honestos. Nuestra cocina es como esos manteles que utilizamos, no tiene ninguna ínfula”, advierte Gabriel Hernández, el alma detrás de Nueva Taberna, el bar donde la cocina de producto y los guisos de siempre marcan la diferencia en Alcobendas.
Hay un modelo de restaurantes que está en franca regresión pero que, sin embargo, no deberían desparecer nunca. Un modelo que personalmente me gusta denominar como restaurante burgués o, lo que es lo mismo, una casa donde se practica el lujo discreto en todos los detalles, con una cocina de calidad, entre clásica y tradicional en sus conceptos, y que cuenta con un servicio de sala impecable.
Jamones de Guijuelo, de Jabugo, DO Extremadura... Los amantes del jamón no podrán resistir la tentación de entrar en Reserva Ibérica, una tienda gourmet instalada en la Diagonal de Barcelona (esquina Aribau) que cuenta con una acogedora y cosmopolita zona de restauración. Y es que aquí no solo se compran las patas de jamón enteras, sino que además se pueden degustar en una carta de tapas, bocadillos y platos pensada para picar y compartir.
Es la última apertura de un grupo familiar que ha levantado un auténtico imperio gastronómico en Madrid. Desde que allá por 1982 Carlos Tejedor, tras una larga experiencia en el sector de la hostelería, abriera en la capital su primer restaurante, llamado La Máquina, el grupo se ha ido expandiendo hasta un total de catorce establecimientos, que son los que gestiona en la actualidad, incluidos tres en distintos edificios de unos bien conocidos grandes almacenes.
Los hermanos García de la Navarra, Pedro y Luis, son bien conocidos en Madrid. Luis, el más joven, es uno de los mejores sumilleres que hay en la capital, como demostró durante mucho tiempo en la bodega del restaurante Aldaba. Por algo fue presidente de la Asociación Madrileña de Sumilleres durante siete años.
En este local se reivindica y revitaliza nuestro bocadillo sin complejos, ante el auge expansivo de pizzas y burgers y, huyendo de la vanguardia, nos ofrece una de las comidas más populares y tradicionales en España.
Recuperar el bocadillo de toda la vida. Esa es la filosofía de este peculiar establecimiento creado por Juanjo López Bedmar, propietario y cocinero de La Tasquita de Enfrente, uno de los mejores restaurantes de producto de Madrid que está situado a escasos metros de esta nueva taberna.
Una mirada nostálgica a la comida de los años 70. Esa es básicamente la filosofía de Lovnis una de las novedades más recientes en Madrid y que tiene detrás a dos cocineros bien conocidos en el panorama gastronómico de la capital: Iván Morales y Álvaro Castellanos. Tras su éxito con Arzábal han decidido dar un nuevo paso con la apertura de este peculiar espacio que busca recuperar aquel plato combinado que tanto éxito tuvo hace unas décadas y que ahora está casi desaparecido.
Fundado hace casi 35 años, Sancho comenzó como cafetería familiar de estilo muy “ochentero”, pero con una sobresaliente cocina que ha marcado el rumbo del local hasta convertirlo en uno de los locales más interesantes desde el punto de vista gastronómico de Granada, que actualmente dirige, tanto en los fogones como en la gestión, Serafín Jiménez, hijo de los fundadores, y que ha ido adaptando el local a los nuevos tiempos.
Junto a la entrada del remodelado mercado de la Barceloneta, pintado de colores vivos y con un enorme zepelín rojo que preside la sala, El Guindilla es un local que inspira cierto sentido del humor. Desde los muebles hasta el personal, pasando por el propio logo del local -un camarero de los de toda la vida, el Guindilla del nombre- el restaurante, abierto hace menos de seis meses, comunica alegría.
Al igual que hiciera hace ya 20 años con la apertura de El Chaflán, el restaurante de vanguardia en el que llegó a ostentar una estrella Michelin, el chef y empresario madrileño Juan Pablo Felipe vuelve a romper moldes representando el cambio y la evolución de lo vivido en los últimos años con La Posada de El Chaflán, un establecimiento desenfadado y transgresor que nada tiene que ver con el encanto retro del antiguo hotel Aristos, que había entrado en periodo de decadencia.