/ Tradicional
Cocina de mercado basada en la tradición en un ambiente desenfadado. Ese es el objetivo que se marcaron Carlos Griffo y el venezolano Miguel García cuando abrieron este restaurante en el barrio de Chamartín de Madrid. Ambos cocineros han tenido unas trayectorias muy similares. Se conocieron cuando trabajaban para el asturiano Nacho Manzano en algunos de sus proyectos y años más tarde volvieron a coincidir en la cocina de La Bien Aparecida de la madrileña calle Jorge Juan.
En los últimos años son varios los restaurantes que han optado por dirigir su oferta hacia el producto de calidad, una de las tendencias de la gastronomía actual. Materia prima bien seleccionada, tratada con sencillez en la cocina para realzarla y potenciarla. La principal dificultad es encontrar ese producto, algo que los propietarios de estos restaurantes resuelven buscando directamente a los mejores proveedores allí donde se encuentren. Lo bueno siempre es más caro pero hay un importante número de clientes dispuestos a pagar algo más por esa calidad y por esa diferenciación.
A solo diez minutos a pie de Olot, escondido entre los árboles de un jardín botánico con presencia de fresnos, hayas, arces blancos y robles centenarios está la Font Moixina, una antigua masía que a finales del siglo XIX se reconvirtió en restaurante. En este entorno de paz y tranquilidad, hace cuatro años que Miquel Alongina y su esposa, Anna Maria Pijoan, llevan las riendas de un local que ofrece cocina exquisita y elaborada a buen precio.
Las grandes ciudades necesitan conservar sus restaurantes históricos, aquellos que durante lustros han sido escenario de la vida social y cultural. Es el caso, en Barcelona, de Casa Leopoldo, una casa de comidas abierta en 1929 en el barrio del Raval que en estos noventa años ha sido una referencia de la mejor cocina tradicional. Los que no somos ni vivimos en la Ciudad Condal conocimos primero esta casa no por su cocina sino por las continuas referencias que a ella hacía Manuel Vázquez Montalbán en sus novelas policíacas.
“Luzio, casa de comidas de Rosario la del Muelle” es el nombre completo de este restaurante que, en la actualidad, lleva unos pocos meses abierto en Puerto Real. Una propuesta gastronómica que une tradición, memoria, sentimiento e innovación. Un homenaje a la cocina de siempre, a los platos y productos locales. Su ubicación, en plena Bahía de Cádiz, es determinante. En la carta hay mucho pescado, pero también carnes, y sobre todo guisos, fondos, arroces.
Una bonita e inmensa terraza en pleno centro de Granollers (Barcelona) es, sin duda, un buen sitio en el que combatir las jornadas veraniegas que están al llegar. Este es uno de los principales reclamos de El Trull del Casino, un restaurante de origen familiar con una extensa carta de tapas y bocadillos. Cerveza, tapa y aire fresco. Esta es la fórmula, sin más florituras.
Txuletón a la brasa, el ‘cap i pota’ clásico, butifarra con denominación, carne del perol... Platos clásicos, bien cocinados y con un toque de innovación. Es lo que ofrece el Bar Can Ton de Santa Eulàlia de Riuprimer, en Osona. Un negocio que aporta la experiencia de tres generaciones tras los fogones y que apuesta por la proximidad y la calidad del producto.
Estaremos de acuerdo que no hay mejor forma de viajar que por el paladar. Seas o no foodie traveler, a nadie le amarga un dulce y menos si este solo lo puedes encontrar en un lugar concreto. En pleno apogeo de locales de comida que nada tienen que ver con el sitio donde se abren, reivindicar lo local es casi una obligación. Y es que un país, una ciudad o un territorio se ve, se pisa, se huele y también se come.
Casa Pompa —originariamente Bar Plata, pero conocido así popularmente por el apodo de su fundador— es un negocio familiar con más de medio siglo de historia. David Ruiz y su mujer María Luisa son la tercera generación y lo gestionan desde 2016, cuando el padre de ella se jubiló.