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Una cocina sencilla, pero con mucho sabor, sin más pretensiones que contentar al cliente es el objetivo de La Terrasseta del VI1 de Viladamat, un local donde encontramos la "cocina de la abuela" puesta al día, una excelente brasa y unos arroces que triunfan. Tan importante como la cocina lo es también la vinoteca, que recoge los gustos de su propietario, Nacho Vázquez, un apasionado de los vinos por formación profesional.
Se suceden las aperturas en Madrid, donde la hostelería está muy viva. Uno de los recién llegados es Don Dimas, que responde a un modelo que triunfa en estos complicados días, el de cocina tradicional bien actualizada por cocineros experimentados. Este nuevo restaurante, que se define como “casa de comidas contemporánea”, toma su nombre del zorro que fuera mascota de Blas Infante, considerado el padre de la patria andaluza.
En cocina nunca se deja de aprender y sino que se lo digan a Miriam Querol del restaurante Vinatea en Morella (Castellón) ya que nunca hubiera creído, cuando abrió la persiana de su establecimiento junto a su marido Juan en 1988, que su cocina tradicional podría coquetear, y con un éxito rotundo, con la gastronomía brasileña.
Santiago Pedraza y Carmen Carro son bien conocidos en Madrid. Su Taberna Pedraza es uno de los referentes de la cocina tradicional en la capital. A partir de un producto de primera, su oferta va desde la tortilla de patata convertida en bandera de la casa hasta un sobresaliente cocido madrileño o carnes seleccionadas que se hacen a la parrilla. Ahora han dado un nuevo paso abriendo este Casa Espumosa que es, ni más ni menos, un bar de barrio.
Visitar la localidad de Alboraya en Valencia es sinónimo de campo, naturaleza, enclaves privilegiados y, sobre todo, mucha chufa. Y precisamente ésta es el ingrediente sobre el que nace Sequer lo Blanch. Un lugar único donde no sólo es posible disfrutar de buena gastronomía valenciana tradicional sino también de una serie de actividades culturales en plena huerta.
El Trapío se ubica en una evocadora torre modernista. Su silueta se recorta sobre el cielo azul del tranquilo barrio de la Bonanova. Nos avanza con su color crema con detalles verdes lo que encontraremos al traspasar el umbral: alta comodidad, cocina clásica y un divertido espíritu de alegría de la vida alto-burgesa mezclado con la tranquilidad y las hechuras de una casa señorial.
Cuando en la cocina hay un buen cocinero, las posibilidades de comer bien en un restaurante son elevadas. Ya sé que es una obviedad, pero deberían aplicársela algunos empresarios de la hostelería. Los que lo han entendido perfectamente son los propietarios del grupo El Escondite, que cuentan con varios restaurantes en Madrid, entre ellos el Café Comercial.