/ Tradicional

El Passadís del Pep no tiene cartel en la puerta. Un "2" metálico aparece discretamente sobre un portal que se muestra anónimo. Tras el mismo encontramos el pasillo (el passadís) que conduce hasta el restaurante. Apenas visible, es un tesoro situado en una plaza (el Pla de Palau) histórica y singular. Un enclave privilegiado donde Barcelona durante siglos se relacionó con el mar, es decir, con el mundo. Y donde ahora Joan Manubens Subias timonea este restaurante entregado a la cocina cimentada en la tradición y el producto.

Pedro Gallego ofrece una breve carta de platos sabrosos, sin complicaciones, a los que siempre aporta un toque personal.
Barriga Verde es un restaurante de autor aligerado de formalismos donde el poder de decisión se cede al cliente.
En la carta encontraréis platos tradicionales con algún que otro guiño más moderno, siguiendo las tendencias que gustan en Madrid.
No preparan calçotadas ni bandejas industriales de carnes a la brasa. Olvidaos de eso. En Can Solà, una espectacular masía totalmente reformada en Matadepera (Barcelona), la filosofía es más slow. Aunque su carta es más amplia, hacen una apuesta clara por la brasa, y por el producto de calidad y proximidad, pero en un ambiente moderno y muy relajado. Además, acaban de inaugurar su nueva terraza de verano, un lugar donde degustar un buen vermut mientras disfrutamos de unas vistas inmejorables.
David Yárnoz, chef del Molino de Urdániz, se encuentra detrás de la carta de este restaurante vitoriano que llegó a acoger 150 bodas al año.
‘Un homenaje al pan y al territorio’, esta es la filosofía del establecimiento ADN Sistaré, ubicado en la plaza de La Llibertat de Reus. El negocio está ligado a una estirpe de panaderos y carniceros venidos de Gratallops y La Vilella Alta, que acabaron viniendo a la capital del Baix Camp alrededor del 1955. Aun así, los orígenes van mucho más allá (1910), llegando incluso hasta Vallmoll y La Secuita.
Este elegante restaurante de Vic ofrece platos elaborados con producto de calidad y unos postres creativos y originales.

Marisa García y Roberto Pedrosa son dos amantes de la gastronomía, dos personas que llevan la cultura gastronómica muy arraigada porque les gusta comer y porque llevan casi toda la vida dedicada a ello. Hace 19 años que aterrizaron en Valencia para traer al mediterráneo esas recetas de su tierra de las que ellos se sienten tan orgullosos. Una cocina contundente y casera, que ellos saben hacer a la perfección porque son partidarios de “dejar hacer a cada uno lo que mejor sabe” afirma Roberto.

Borja Moncalvillo, cocinero autodidacta, gobierna en Castro Urdiales un bar restaurante que combina la sencillez y el buen emplatado del menú del día con el derroche de imaginación, juegos y guiños ajenos de un menú degustación muy demandado. Lo que empezó como “una prueba”, tras dos décadas trabajando por cuenta ajena, es hoy un negocio asentado que prima el comedor y procura dejar atrás su pasado como bar de pinchos.

Los que se habían acostumbrado a degustar las bravas y al famoso bocadillo de chipirones del bar Casa Nova mientras contemplaban el majestuoso edificio del antiguo mercado del Borne, ahora les toca cambiar de concepto.

“El pimiento ha de ser verde, los tomates colorados, la berenjena espinosa y los amores callados”. No es cosa mía, lo dice una copla leonesa que adelanta el significado de la expresión meterse en un berenjenal, pues estos, en el campo, suelen estar sembrados de espinas puntiagudas que dificultan el trabajo y exigen trabajar con prudencia y debida protección.

Pero la aventura de Napicol no comienza aquí. Su chef y propietario, Chemo Rausell, ideó una vida alejado de los fogones. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas aunque pronto se dio cuenta de que ésta no era su verdadera vocación. Por eso, al terminar sus estudios empezó a trabajar en restaurantes de referencia de la ciudad. Fue en uno de ellos donde conoció a Ana Becerro, su compañera de vida y de profesión. Junto a ella abrió Gula, un gastrobar donde las tapas hechas con cariño eran el punto fuerte.

Como en cada servicio, a las puertas del restaurante nos recibe Vicente Romero Sanchis, hijo del fundador y actual gerente. Su trato es amable, cercano y muy profesional. No en vano tuvo al mejor maestro, su padre Vicente Romero Tadeo quien, después de toda una vida dedicada a la hostelería, decidió hacer su sueño realidad abriendo su propio negocio de cocina valenciana tradicional en 1991.

Los orígenes de este emblemático restaurante nos trasladan al puerto de Ciutadella de los años 70, cuando el Cafè Balear era un bar o taberna regentado por la familia Caules, que acogía a la gente del mar a primeras horas de la mañana, antes de salir a trabajar.

La calle Recoletos, pese a su corto trazado, es una de las de mayor concentración de restaurantes de Madrid. Una oferta variada que va de establecimientos informales o asadores hasta cocinas foráneas como la tailandesa, la mexicana o la marroquí. Se une ahora esta casa de comidas, recién abierta, que apuesta de manera decidida y sin complejos por una cocina muy tradicional que se completa con un equipo de sala muy profesional. Nada más entrar, una amplia barra con cocina ininterrumpida permite tomar un aperitivo o picar algo de manera informal a lo largo de la tarde.

A pocos kilómetros de Valencia, en pleno epicentro de Meliana, zona de cultivos tradicionales y de tierras fértiles para todo tipo de verduras y hortalizas, encontramos el Racó de Meliana. Un restaurante familiar cuya cocina es precisamente eso, aroma a la huerta que lo rodea.

La frase ya está muy manida y en el fondo no expresa más que una perogrullada, pero en ocasiones viene bien desempolvarla y situarla en el escaparate: “No existe modernidad sin una buena tradición”. Los responsables del restaurante Ergo, penúltima sensación de Miranda de Ebro (Burgos), son conscientes de ello y por eso se alinean junto a referentes como Ferran Adrià cuando destacan esas siete palabras en la página web de su negocio.

El restaurante del Hostal Cuba de Palma sabe a historia y a cocina bien elaborada. Desde el año 2014, cuando fue totalmente remodelado, marca tendencia gracias a una variada y completa oferta que, junto a una carta sugerente y bien presentada, lo han convertido en uno de los locales a tener en cuenta, no solo del barrio de Santa Catalina, sino también de la ciudad.

Hace ya 6 años de la creación del local La Boca te Lía. Cuando dos jóvenes amigos comenzaron esta andadura no podían dar crédito del éxito de público que cosecharon desde el minuto uno vendiendo, principalmente, bocadillos y patatas fritas. El día de la inauguración de su primer local, situado en Alcantarilla, invitaron a todos sus amigos para llenar el restaurante, pero para su sorpresa tuvieron que quedarse fuera porque medio centenar de clientes acudieron por su propia iniciativa.

En la mejor zona de pinchos de Bilbao, la calle Licenciado Poza, a un paso del estadio San Mamés, El Viejo Zortzi es una de las opciones más atractivas para comer en la capital vizcaína. Su carta de platos clásicos, elaborados a partir de un producto bien seleccionado, garantiza una buena comida, de esas que llamamos "confortables". No hay en esta veterana casa, con aires de taberna elegante, lugar para la sorpresa. Todo es muy tradicional en la oferta, y todo está rico.

En el corazón castizo de Madrid, frente a la popular plaza de las Vistillas, a un paso de la catedral de la Almudena y del Palacio Real, Casa Piluca mantiene la esencia de las viejas casas de comidas, esas que han conservado la identidad de la cocina tradicional madrileña incluso en los años en que parecía condenada a desaparecer.

El primero en abrir el pasado octubre fue Carmen Casa de Cocidos, un restaurante donde se ofrece como plato único cocido madrileño en servicio de comidas y  La Santpere, restaurante de cocina tradicional catalana, que abre durante el servicio de cenas desde el pasado febrero.

Castizo se caracteriza por ser un establecimiento donde la cocina de temporada está muy presente, por eso es visita obligada en cualquier temporada del año.