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Aromas sugerentes, sabores que nos hacen disfrutar, texturas distintas a cada mordisco, todo ello, cocina de sensaciones. Cocina de siempre adaptada a los tiempos modernos. Esta combinación la encontramos en plena Tarragona histórica y monumental, a pocos metros del Pla de la Catedral.
En lo alto de una colina verde, con vistas a la ciudad de Sabadell y en la capilla de una antigua masía restaurada. Esta és la inigualable ubicación de la Masia La Capella, un restaurante vegetariano que se salta todos los tópicos para sorprendernos a cada bocado. Raíces, flores, frutos,...
Resulta curioso como este restaurante, que acaba de recibir su primera estrella Michelin, pasó desapercibido durante casi una década sin que marbellíes, gastrónomos ni críticos le prestáramos ninguna atención. De repente, hace tres temporadas, empezó a hablarse de él y se convirtió en una de las referencias gastronómicas para los veraneantes habituales de Marbella.
En el centro de Tarragona, cerca de la Catedral y el Pla de la Seu, en una calle peatonal de fácil acceso desde la calle Mayor, está situado el Restaurante Arcs, en un edificio histórico que data del 1350 y todavía conserva ocho arcadas góticas en perfecto estado. En su momento fue una casa de labrador donde se comerciaba con hielo, gracias a un pozo de nieve que todavía existe y que originó el antiguo nombre de esta vía, la calle de la nieve vieja.
Es la última apertura de un grupo familiar que ha levantado un auténtico imperio gastronómico en Madrid. Desde que allá por 1982 Carlos Tejedor, tras una larga experiencia en el sector de la hostelería, abriera en la capital su primer restaurante, llamado La Máquina, el grupo se ha ido expandiendo hasta un total de catorce establecimientos, que son los que gestiona en la actualidad, incluidos tres en distintos edificios de unos bien conocidos grandes almacenes.
Que Hideki Matsuhisa es el mejor sushiman que ejerce en nuestro país (y desde luego el más divertido) es una opinión generalizada entre los conocedores de la genuina cocina japonesa. Desde que en el año 2001 abriera un modesto restaurante llamado Shunka en el Barrio Gótico de Barcelona, Hideki se convirtió en una referencia no sólo en la capital catalana sino en España entera.
El restaurante Lovnis, regentado por Iván Morales y Álvaro Castellanos, comparte con Gastronosfera una de sus recetas: picantón asado, un clásico de siempre muy fácil de preparar y de lo más resultón.
Preparación:
- Dentro del picantón se introduce una rama de romero y ½ diente de ajo, se sazona con sal y pimienta y se unta con una gota de aceite.
Hace cincuenta años, Serafín López abría en la calle de la Ballesta de Madrid una modesta casa de comidas. Como estaba situada justo enfrente de La Gran Tasca, un establecimiento muy popular por aquella época, la llamó La Tasquita de Enfrente. Durante más de tres décadas ofreció allí una cocina muy tradicional, con platos de éxito como la ensaladilla rusa o las patatas bravas.
En el corazón del barrio más carismático de la ciudad de Girona, el Barri Vell, se encuentra el restaurante Arròs i Peix, que combina una parada de pescado y marisco, como las que podemos encontrar en cualquier mercado, con un restaurante propiamente dicho.
Tras pasar durante años por algunas cocinas célebres de Francia y Barcelona, Emmanuel Thomas abrió hace cuatro años Le Bistrot, su propio restaurante en el barrio de la Vila Olímpica. Como el chef es de origen francés, en la carta encontramos algunas preparaciones icónicas de esta tradición. Bien ejecutadas. Se aprecian positivamente los años acumulados en la hoja de servicios.
Cuanto menos resulta sorprendente. Diego Benítez, graduado en Gastronomía en la primera promoción del Basque Culinary Center, ha abierto en Madrid su propio restaurante. Pero en lugar seguir las nuevas tendencias de la cocina, como hacen casi todos los chicos de su edad, ha decidido apostar por una mirada nostálgica a los felices años 20 del siglo pasado. Una vuelta a los platos más clásicos y al lujo de un tiempo muy diferente del actual.
Existe una gastronomía de periferia que lucha por sustraer una pequeña clientela a la fuerza gravitatoria de la capital, en este caso Barcelona. Pueden ser las fondas de pueblo de toda la vida, que siempre han tenido su público, como la Masía Can Ferran de Sant Quirze del Vallés, o bien pequeños restaurantes montados por jóvenes cocineros que plantean otro tipo de cocina, un poco más sofisticada. Buc, justamente de esta misma población, entraría en esta categoría que se podría calificar de bistronomía de extrarradio.
Su nombre no deja lugar a duda: entramos en una hamburguesería. Esto es lo que, a primera vista, podríamos pensar al acercarnos a este local ubicado en Sant Cugat del Vallès (Barcelona).
Restaurantes "acogedores" hay muchos. Suelen ser locales de pequeñas dimensiones, cómodos, tranquilos y con una ambientación agradable. Restaurantes en los que el adjetivo "acogedor" adquiera muchos más significados no hay tantos y haber conocido uno de ellos se convierte en un auténtico hallazgo. Es el caso de Santa Gula, un bistró ubicado en el barrio de Gracia de Barcelona que ofrece cocina de mercado con toques internacionales.
Eso sí, sin perder la personalidad ni la esencia de una cocina innovadora y de carácter mediterráneo que intenta transmitir la historia personal de una mujer valiente y con carácter que pisa fuerte en un mundo tradicionalmente masculino.
Esta valenciana, que se autodefine como creativa e inquieta, jamás pensó que su vida giraría en torno a los fogones. Con tan sólo 18 años montó una expendeduría de pan, oficio que compaginaba con sus estudios de Ingeniería Industrial, y que al poco tiempo abandonó para vivir en Holanda nuevas experiencias.
La Barceloneta está de moda. Viajeros en chancletas, vecinos de cháchara aposentados frente a su portal, vermuts en las terracitas, patinadores luciendo tipazo, niños jugando a la pelota en cualquier plaza... Todo esto y una gastronomía tradicional y marinera, con toques vanguardistas en algunos casos, hacen de este barrio uno de los más interesantes de Barcelona.
Si algunos dicen que los años ‘50 fueron años perdidos en la sociedad española, la Vermut Pérez debe haberse equivocado de época. Entrar en este local del barrio de Sant Gervasi es un viaje en el tiempo hasta esos años oscuros de franquismo, de hambre y de miseria. Sólo estéticamente, claro, ya que en la Vermutería Pérez no se come nada mal.