/ De tapas
No para de aumentar la oferta de barras en el barrio del Retiro madrileño. Se suceden las aperturas, aunque no siempre están a la altura en cuanto a nivel de calidad. La última, por el momento, se llama Hermanos Vinagre y llega de la mano de los hermanos Valentí, Carlos y Enrique, con una larga trayectoria en el mundo de la cocina y de la hostelería.
Y es que su actual y reciente propietario, Óscar Casasnovas, quería recuperar su pasado glorioso a base de una propuesta gastronómica sencilla donde poder ofertar desde un pincho de tortilla a mitad mañana hasta una copa con los amigos al salir del trabajo. Porque así está convencido de poder recobrar la tradición de uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad que ahora, con tanto restaurante gastronómico y cadenas de comida rápida, ha perdido su verdadera esencia.
Marc Puente tiene una larga trayectoria en el sector de los quesos y del producto gourmet: durante muchos años fue distribuidor y en 2014 abrió en Sant Adrià del Besòs, su ciudad de residencia, una pequeña tienda de quesos en la que también vendía algunos vinos y jamones. Al año, incorporó cuatro mesas para hacer degustaciones y todo se transformó. Tuvo que descubrir zonas de su local que estaban cerradas para colocar más mesas y así fue como D’Origen, además de tienda, pasó a ser un cheese bar.
Barcelona es una ciudad compleja, asolada por un turismo arrebatado que modela en buena parte su oferta gastronómica. La presión para ofrecer cartas fáciles y despersonalizadas es muy alta. Platos de paladar estandarizados que funcionan con comensales de casi todo el mundo aunque nada tengan que ver con la historia y tradición local.
“Empecé en la cocina siendo autodidacta y acabé formándome hasta llegar a cursar un máster superior. Querer abrir un restaurante en el centro de Reus fue una gran prueba para mí”, empieza explicando Roger Murtró, propietario del establecimiento, cargo que comparte con su socio y hermano Marc. Los dos están en la cocina y forman un buen equipo. “Abrí el restaurante en 2005 y lo he disfrutado mucho. Empecé de cero y, con el tiempo y por casualidad, mi hermano también se acabó uniendo. Él es ingeniero. Cuando abrí, él estudiaba en Barcelona.
La zona de Madrid que se abre hacia el Barrio de las Letras, a espaldas de la plaza de Neptuno, cuenta con una amplia oferta de bares para el tapeo. Uno de los más recientes, poco más de un año de vida, es Distinto, un espacio que busca recuperar el espíritu de las viejas tabernas madrileñas, pero con una visión muy actual. Una tendencia que se impone en la capital, donde jóvenes empresarios o cocineros conservan la filosofía, la estética y en buena parte el recetario de las tradicionales, dándoles un aire más moderno.
El primero, es hostelero desde los 19 años y maestro quesero. El segundo, se dedicaba a la asesoría fiscal. Las circunstancias hicieron que se conocieran en una situación adversa que fructificó en un negocio que ha ido creciendo hasta llegar a ser lo que es hoy Grupo Gorki, una de las empresas de restauración más importantes de la provincia de Málaga sustentada por seis restaurantes propios: Gorki Centro, Gorki Muelle Uno, La Barra, Antonio Martín y Candado Beach.
La familia Rom, dedicada a la hostelería y propietaria también de dos pequeños hoteles en Roses y del Restaurante Rom, junto al paseo marítimo, ha abierto recientemente en la plaza Catalunya La Bodega, un local de tapas elaboradas que funcionará durante todo el año.
“Desde siempre hemos tenido negocio en Cambrils. Los orígenes se remontan al emplazamiento antiguo, el de la plaza del Pòsit, dónde hoy tenemos nuestro restaurante nuevo. Hace 15 años abrimos el de la plaza Mossèn Joan Batalla, 3, que se ha ido afianzando como restaurante, al ampliar la carta de productos”, resume el director de recursos humanos y márquetin de la empresa, Ángel Pérez, de la segunda generación. Junto a él, también están María José, Mari Carmen, Antonio José, Susana, Yolanda, Judit y Andrés, con responsabilidades diferentes en el negocio familiar.
En 1972 fue fundado por Don Enrique Grau Moliner que contaba por aquel entonces con 10 años de trayectoria dentro del sector hostelero. Él con su constante trabajo, su buen hacer y su carácter jovial consiguió hacerse un hueco en el mundo de la gastronomía valenciana. Por su cercanía a la Plaza de Toros, eran muchos los toreros y amantes de esta práctica que acudían asiduamente al Palacio de la Bellota antes y después de las tardes taurinas.