/ Cocina mexicana
Conseguir una estrella Michelin con un restaurante mexicano en Madrid es algo al alcance de muy pocos cocineros. Pero Roberto Ruiz es un chef al que nada se le pone por delante y por eso en su Punto MX logró esa estrella y, sobre todo, consiguió ser considerado como el mejor cocinero mexicano fuera de México.
Lo que empezó como un pequeño bar de pintxos con algunas pinceladas mexicanas se ha transformado a lo largo de diez años en un referente de la gastronomía internacional en Donostia. Está liderado por un mexicano formado en economía, pero convertido en chef, y él ha logrado traer los auténticos sabores de su tierra a San Sebastián, desde la cochinita pibil heredada de su madre hasta un complejo mole poblano de 40 ingredientes.
El chef del restaurante Sabor a Brasa, Raúl Ramírez, aprendió a manejar la parrilla de bien pequeño, algo habitual en Paraguay, su país natal. Después de un tiempo en España, decidió embarcarse a los 39 años en la ardua tarea de estudiar cocina profesionalmente, y ahora sigue los pasos de sus mentores, como los maestros que tripulan las cocinas del Celler de Can Roca, uno de los lugares donde se formó.
La gastronomía mexicana es vastísima, en extensión y riqueza, pues sus legados, sus tradiciones y sus tentaciones culinarias van cambiando según uno se desplaza por una treintena de estados bañados por dos océanos.
El restaurante Malamadre en Mallorca es un punto de encuentro para foodies que quieren disfrutar de mover el bigote probando varias elaboraciones mientras las riegan con cócteles de altura. Ofrecen platos de diferentes puntos del mundo e invitan a ponerlos en el centro de la mesa y jugar a compartir.
Después de haber puesto su primera muesca en Cantabria, con Annua, un prestigioso restaurante que presume de Estrella Michelín; y haber logrado su versión más terrenal con el Nacar, también en la bella localidad marinera de San Vicente de la Barquera, el inquieto Oscar Calleja cierra momentáneamente la trilogía con otro proyecto muy personal, en el que desarrollar su enorme talento como cocinero y como hostelero.
Hay restaurantes que te caen bien en cuanto pones el pie en ellos. Es lo que me sucedió al entrar en Mexcla, un establecimiento del barrio de Gràcia de Barcelona. Un mexicano atípico al que llegué cuando habían terminado el servicio de mediodía. Su propietario, Cristhian Valencia, comía después del ajetreo matinal, y su jefe de cocina, Rubén Boldo, trasteaba con la mise en place de cara al servicio nocturno.