Más allá del Mediterráneo: conoce los beneficios de la dieta atlántica
La dieta mediterránea ha sido, durante mucho tiempo, el patrón alimentario más estudiado y con mayor evidencia científica en cuanto a sus beneficios para la salud. Sin embargo, el noroeste de España y Portugal tiene su propio patrón alimentario tradicional, la dieta atlántica, la cual ha comenzado a ganar protagonismo y a acumular hallazgos científicos sobre sus efectos positivos sobre la salud. A continuación, explicaremos en qué consiste la dieta atlántica, cuáles son sus características principales, sus diferencias con la dieta mediterránea y si es considerada como sostenible.

En qué consiste la dieta atlántica
La dieta atlántica proviene de Galicia y el norte de Portugal. Es conocida también como dieta atlántica del sur de Europa o SEAD (por sus siglas en inglés, Southern European Atlantic Diet).
Este patrón alimentario se caracteriza por el consumo de alimentos locales, de temporada, frescos y mínimamente procesados. Entre los alimentos más característicos destacan:
- Verduras y hortalizas de temporada.
- Frutas de temporada.
- Granos enteros (y derivados como el pan).
- Patatas y legumbres.
- Pescado y marisco, tanto fresco como en conserva. Se incluyen 3 o 4 veces a la semana.
- Frutos secos, en especial castañas y nueces.
- Lácteos, principalmente leche y queso.
En cambio, el consumo de carne (de cerdo, vacuno, carne de caza y aves) y huevos es más bien moderado. Al igual que en la dieta mediterránea, el aceite de oliva se emplea tanto como aderezo como para cocinar, y también contempla un consumo de vino moderado para acompañar las comidas.
Gracias a la calidad y variedad de sus alimentos, así como por la frecuencia con la que se consumen, la dieta atlántica se considera saludable y proporciona un aporte equilibrado de carbohidratos complejos, fibra, proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos omega 3, vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes.
Además, opta por la sencillez en la preparación de los alimentos para garantizar el valor nutritivo de los platos. El tipo de cocciones más utilizadas son la cocción al vapor, el hervido, el horno, la brasa y el guiso. La fritura, sin embargo, es menos habitual.

Similitudes y diferencias con la mediterránea
Las dietas mediterránea y atlántica tienen muchos puntos en común: incluyen muchas hortalizas, frutas y verduras; utilizan el aceite de oliva como fuente de grasa principal; valoran la comida como acto social, de reunión y de placer; contemplan un consumo moderado de vino y han demostrado aportar ciertos beneficios para la salud cardiovascular y metabólica.
Y bien, ¿en qué se diferencian? La dieta atlántica incluye mayor cantidad de pescado, marisco y productos lácteos, y es habitual preparar guisos y potajes, mientras que, en la dieta mediterránea, el sofrito es la base de muchos platos. Además, cada una prioriza los alimentos locales y de temporada propios de su región. Por ejemplo, en el Mediterráneo se consume mucho el tomate y la berenjena, mientras que en el Atlántico son típicas verduras como la berza y el grelo. Estas diferencias tienen que ver con el clima, la cultura y la historia propias de cada región.

¿Cuáles son los beneficios de la dieta atlántica?
Salud cardiovascular y metabólica
Hasta el momento, la investigación más sólida proviene del estudio GALIAT (Galicia Alimentación Atlántica), un ensayo clínico diseñado para evaluar los efectos de una intervención nutricional basada en la dieta atlántica sobre la salud metabólica y cardiovascular. Los resultados muestran que, en el grupo de intervención, hubo mejoras significativas en el perfil lipídico (reducción de los niveles de colesterol total y LDL) y disminuyó la incidencia de síndrome metabólico en adultos. También se observó una ligera bajada de peso y una reducción de la adiposidad.
Salud mental
Más recientemente, un estudio multicéntrico europeo con más de 13.000 participantes halló que una mayor adherencia a la dieta atlántica se asocia con un menor riesgo de depresión. A pesar de que estos resultados no indican causalidad, apoyan la idea de que las dietas saludables pueden contribuir a una buena salud mental.
Sostenibilidad
La forma en que nos alimentamos no sólo tiene repercusiones en nuestra salud, sino también en la del planeta. Nuestras decisiones alimentarias generan un impacto ambiental que afecta a diferentes áreas del cambio climático. Por ejemplo, en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el elevado consumo de agua, el uso intensivo de suelo y energía, etc. Por todo ello, optar por una alimentación sostenible es clave para ayudar a combatir el cambio climático.
Según la evidencia científica, el impacto ambiental de la dieta atlántica parece ser similar al de otras dietas saludables. En otros, en contraposición, se ha considerado que la huella de carbono de la dieta atlántica puede ser superior a la de la dieta mediterránea, debido al mayor consumo de alimentos de origen animal. De todos modos, es considerada sostenible —por el alto consumo de alimentos vegetales, locales, frescos y de temporada— y favorable frente a dietas más occidentalizadas (con mayor proporción de carnes rojas y alimentos altamente procesados).

¿Cómo reducir el impacto medioambiental de la dieta atlántica? Hay una serie de recomendaciones que pueden ser relevantes:
Dar prioridad a alimentos de origen vegetal como verduras, legumbres, cereales integrales y frutas.
Reducir el consumo de carne roja y moderar el de pescado y lácteos.
Comprar productos locales y de temporada ayuda a reducir las emisiones asociadas al transporte y almacenamiento.
Elegir pescado de captura sostenible o de acuicultura responsable, frente a especies sobreexplotadas.
Escoger productos lácteos mínimamente procesados y evitar postres lácteos azucarados, etc.

Conclusión: ¿por qué no ambas?
Como ya sabemos, no existe una única dieta válida para todos; lo importante es encontrar una forma de alimentarse que se ajuste a las necesidades, preferencias y contexto cultural y que al mismo tiempo favorezca la salud. La dieta atlántica es un patrón alimentario saludable que pone en valor la gastronomía gallega y del norte de Portugal. Además, su seguimiento aporta beneficios para la salud tanto física como mental, cada vez con mayor respaldo científico. En cuanto al impacto ambiental de este tipo de dieta, se considera que las versiones con mayor proporción de alimentos vegetales son más sostenibles que en las que se incluye más carne y pescado, pero, en definitiva, tanto la dieta atlántica como la dieta mediterránea son patrones alimentarios tradicionales, saludables y más amables con el medio ambiente que la dieta occidentalizada.