
Mediamanga, una esquina muy gastronómica

Servir un cheesecake dentro de una gran remolacha fresca es toda una declaración de intenciones. Producto de calidad proveniente de la Vall d'Aran y emplatados que sorprenden. Así trabajan en el Mediamanga, el hermano pequeño del Mont Bar, que se ha instalado en el centro de Barcelona para reinterpretar con un sello muy particular platillos del recetario tradicional.
Abierto hace apenas seis meses, en pleno centro de Barcelona y al lado de su hermano mayor, el aclamado Mont Bar, se yergue el Mediamanga. Comparten esquina en la calle Aribau con Diputación, y también chef, el italiano Domenico Ungaro, que lleva más de diez años en España y se ha formado en las cocinas de Joan Roca i Jordi Vilà, entre otros. Su concepto gastronómico tiene algunas diferencias: "El Mont Bar es más creativo y allí utilizamos técnicas de cocina de vanguardia, mientras que en el Mediamanga hacemos cocina tradicional con un toque muy personal", dice Ungaro.
Y es que ellos -el restaurante es propiedad de Iván Castro y Manel Arjó- se definen como un bar de barrio aunque, sin duda, su propuesta va mucho más lejos: un local con interiorismo de inspiración art déco, una cocina abierta integrada totalmente en la sala y una preocupación declarada por el producto ecológico y de calidad. En su caso no son habladurías. Cuentan con un huerto propio en el pueblo de Mont (Vall d'Aran), de donde es originaria la familia de uno de los socios, y semanalmente reciben frutas y verduras. La carne también proviene de allí, y se nota.
La experiencia gastronómica
Aunque siempre está en evolución, la estructura de su carta es sencilla y no demasiado extensa: picoteo, pescados, carnes y postres. Pero la sencillez aparente de la carta se transforma en cuanto nos llegan a la mesa platos elaborados y emplatados con precisión y que respiran una clara preocupación por valorar la esencia del producto y jugar con los contrastes de sabores.
Podemos empezar con la ensaladilla con mayonesa de aguacate, anguila ahumada y huevas de trucha. Una versión de la clásica ensaladilla rusa que no solo sorprende por su color verde. Las tonalidades verdosas también se apoderan de las cocochas de merluza con salsa de judía verde –procedente, como no, de su huerto- y jamón picado. Esta verdura repite en el arroz meloso con cigala, que riegan con una emulsión de judía verde escalibada y aceite de oliva. Dos propuestas en las que el mar y la huerta se dan la mano.
Entre los platos de pescado, es obligado probar el tartar de atun blue finn con berenjena. Lo acompañan con un pil pil de vaca vieja, raifort fresco –con esa potencia que nos recuerda al wasabi- y piparra, todo un frenesí de sabores intensos. Los frutos del mar también conviven con el corral en un plato cuyo éxito depende exclusivamente de la máxima calidad del producto: los huevos fritos de puntilla con espardeñas de Roses.
El chef también hace un pequeño guiño a sus orígenes italianos con originales propuestas que cincela a la perfección. Como la ostra a la carbonara, elaborada con yema de huevo, panceta, queso parmesano y pimienta negra. “Nada más, la auténtica receta italiana de la carbonara clásica”, sentencia Ungaro. O la paletilla de cordero lechal con pesto de menta y gnocchi de pimiento del piquillo y de berenjena.
A menudo prescindimos de los postres pero en Mediamanga sería un error hacerlo. Dejar un poco de hueco para su cheesecake de pulpa de remolacha y frambuesa, con una presentación –la tarta se sirve dentro de una gran remolacha fresca- y un sabor exquisitos, es una buena decisión. Su versión del lemon pie tampoco deja indiferente: deliciosa y ligera mousse de limón bañada en merengue y acompañada con chocolate blanco. Un éxito.
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