Hay un modelo de restaurantes que está en franca regresión pero que, sin embargo, no deberían desparecer nunca. Un modelo que personalmente me gusta denominar como restaurante burgués o, lo que es lo mismo, una casa donde se practica el lujo discreto en todos los detalles, con una cocina de calidad, entre clásica y tradicional en sus conceptos, y que cuenta con un servicio de sala impecable.
/ Cocina tradicional
En Casa Montilla sirven recetas tradicionales con un giro, una de ellas sus deliciosas alcachofas a la montillana, región cuya herencia culinaria es palpable en la propuesta del local, ya que la familia de su propietario, Antonio Montilla, proviene de esa zona de Córdoba. Ahora, comparten con nosotros el secreto para elaborar su versión.
Al adentrarnos en Casa Montilla, uno tiene la sensación de haber dado con un establecimiento que lleva toda la vida funcionando: salta a la vista su arraigada propuesta de cocina y su cercanía con el cliente. Sin embargo, Antonio Montilla, un joven de apenas 32 años, junto a su pareja Nazaret, también apasionada de la gastronomía, abrieron esta taberna justo unos días antes del estallido de la pandemia.
En medio de un pequeño bosque de Amorebieta - Etxano (Bizkaia), donde hubo un caserío tradicional, se levanta ahora un espectacular edificio de aire nórdico que desde julio de 2021 hace las veces de vivienda, hotel y restaurante.
Aitor Manterola inició su carrera en el mundo de la cocina al nacer: sus padres fundaron Patxikuenea en 1973, se casaron al año, y al siguiente apareció Aitor. Empezó a ayudar desde muy joven en la empresa familiar, y con 15 años se metió de lleno. El restaurante es un lugar idílico en las faldas del monte Jaizkibel, y las décadas de experiencia se notan, tanto en su cocina como en su sala.
Aterrizó en la profesión casi por casualidad. Trabajó de comercial e incluso regentó negocio propio. Llegó a tener hasta tres peluquerías caninas cuando la crisis arrasó con su iniciativa y pensó que, en su gran afición, la cocina, y en el bar familiar de su mujer podría estar el futuro. Acertó definitivamente: Casa Pompa, un establecimiento fundado en 1966, es uno de los más frecuentados en La Puebla del Río, un municipio de 12.000 habitantes situado junto al río Guadalquivir, en Sevilla.
¿Cuántos años tienen que pasar para que un local se convierta en clásico? Quizá uno diría décadas, que cuesta años comprobar viabilidad y hay que ver si después de un tiempo el público sigue viniendo igual.
Entre arcos góticos, próximos al siglo XIV, el Restaurant Arcs de Tarragona ofrece la oportunidad de disfrutar de una velada, casi podría decirse, que medieval. Carlos Llobet, al frente del negocio, le da mucha importancia a la experiencia culinaria, aunque defiende que viene acompañada de muchas variables. “Una comida o cena es un todo: el lugar, el servicio y la comida”, expresa. Preguntado sobre qué los caracteriza, dice que cree en poder fusionar innovación y tradición.
Cuando en la cocina hay un buen cocinero, las posibilidades de comer bien en un restaurante son elevadas. Ya sé que es una obviedad, pero deberían aplicársela algunos empresarios de la hostelería. Los que lo han entendido perfectamente son los propietarios del grupo El Escondite, que cuentan con varios restaurantes en Madrid, entre ellos el Café Comercial.
La calle Recoletos, pese a su corto trazado, es una de las de mayor concentración de restaurantes de Madrid. Una oferta variada que va de establecimientos informales o asadores hasta cocinas foráneas como la tailandesa, la mexicana o la marroquí. Se une ahora esta casa de comidas, recién abierta, que apuesta de manera decidida y sin complejos por una cocina muy tradicional que se completa con un equipo de sala muy profesional. Nada más entrar, una amplia barra con cocina ininterrumpida permite tomar un aperitivo o picar algo de manera informal a lo largo de la tarde.
Hace ya 6 años de la creación del local La Boca te Lía. Cuando dos jóvenes amigos comenzaron esta andadura no podían dar crédito del éxito de público que cosecharon desde el minuto uno vendiendo, principalmente, bocadillos y patatas fritas. El día de la inauguración de su primer local, situado en Alcantarilla, invitaron a todos sus amigos para llenar el restaurante, pero para su sorpresa tuvieron que quedarse fuera porque medio centenar de clientes acudieron por su propia iniciativa.
En la mejor zona de pinchos de Bilbao, la calle Licenciado Poza, a un paso del estadio San Mamés, El Viejo Zortzi es una de las opciones más atractivas para comer en la capital vizcaína. Su carta de platos clásicos, elaborados a partir de un producto bien seleccionado, garantiza una buena comida, de esas que llamamos "confortables". No hay en esta veterana casa, con aires de taberna elegante, lugar para la sorpresa. Todo es muy tradicional en la oferta, y todo está rico.
En el corazón castizo de Madrid, frente a la popular plaza de las Vistillas, a un paso de la catedral de la Almudena y del Palacio Real, Casa Piluca mantiene la esencia de las viejas casas de comidas, esas que han conservado la identidad de la cocina tradicional madrileña incluso en los años en que parecía condenada a desaparecer.
Pepa Muñoz se define a sí misma como cocinera "autodidacta". Tras trabajar junto a su madre, Aurora Muñoz, primero en la Casa de Córdoba y más tarde en El Qüenco de la calle Alberto Alcocer, que más de 30 años después de su apertura sigue siendo un referente de la cocina andaluza en Madrid, Pepa decidió independizarse y abrió su propio restaurante.