Brascó Cap de Creus
Brascó no es solo un restaurante; son muchas experiencias envueltas en un entorno natural espectacular como es el Parque Natural del Cabo de Creus, en la localidad de Selva de Mar, al norte de la Costa Brava. Brascó es gastronomía, pero también es deporte, naturaleza, ocio y tranquilidad, mucha tranquilidad.
A primera vista, Brascó Cap de Creus es un centro deportivo, con pistas de pádel, tenis, fútbol sala, piscina y diferentes terrazas. Pero si se observa con mayor atención, en Brascó fluye una filosofía del ocio en la que el trato con el cliente, el cuidado de los productos y el respeto y admiración por el entorno son los ejes vertebradores.
Aquí confluyen ciclistas, motoristas y senderistas que realizan rutas por el cabo de Creus y que se detienen para hacer una pausa y disfrutar del espacio. El magnífico entorno acompaña. También acuden deportistas que quieren pasar una mañana jugando en las pistas o familias que disfrutan de la piscina en verano, o del paisaje en invierno. Todos acaban reuniéndose en el restaurante o en las terrazas. "Es un espacio integrador, en el que todo el mundo es bienvenido”, explica Carles Tubert, director de Brascó Cap de Creus.
El centro abrió a mediados de junio de 2021 y se encuentra en Selva de Mar, una pequeña población de la Costa Brava norte. La idea era crear un espacio tranquilo y relajante, con diferentes propuestas de ocio, en el que estar a gusto en compañía de familia o amigos y para dejarse llevar. "Queremos que la clientela se tome su tiempo, sin prisa; de hecho, no remontamos mesas; los clientes vienen a comer, pero acaban pasando todo el día", asegura Carlos.
Brascó está dividido en diferentes espacios. Hay terrazas pensadas para picar algo y tomar alguna copa, sobre todo los atardeceres y noches de verano. Mediterráneamente es uno de los espacios ideales para encontrarse con los amigos mientras el tiempo va pasando plácidamente.
Slow food en el Cabo de Creus
El restaurante es un abanderado del slow food. En una brasa de leña de olivo o encina, se cocinan las materias primas más preciadas de la zona: una brasa para carnes y una para pescados que deslumbran por su frescura y apasionan por su buen gusto. Cocina tradicional, sencilla y fresca, con especial atención al producto de kilómetro 0. "Siempre que podemos, nos proveemos de nuestro entorno, como por ejemplo, con los fesols de Santa Pau (pequeñas alubias que se cultivan en esta localidad de la Garrotxa y que tienen certificación de Denominación de Origen) con calamares y pescados de la costa, carnes de granjas de la comarca (a excepción de los ibéricos)... y siempre, con productos de temporada".
De primero, se pueden degustar platos deliciosos como los calamares Ca la Teresa, fritos en un punto a medio camino entre la andaluza y el rebozado clásico; el sencillo pero exquisito pan con tomate con anchoas o el pulpo a la brasa, pasando por un gran y atractivo surtido de ensaladas.
De segundo, la brasa, servida con buenas guarniciones. Los platos estrella son la entraña y el chuletón en cuanto a carnes, y la dorada en pescado, aunque la carta cambia según el mercado. Platos sencillos y servidos con amabilidad y delicadeza, que están en perfecta armonía con el entorno. "No hacemos alta cocina; de hecho, en la zona ya existen restaurantes que sirven cocina sofisticada; nosotros ofrecemos momentos, ratos y experiencias". En definitiva, lo que quieren en Brascó es que la clientela pase el día, se sienta a gusto y disfrute del paisaje. Y el postre, todo casero, todo hecho en casa.
Brascó ofrece menús de diario, de lunes a viernes al mediodía, a un precio muy asequible: 12,5 euros. Los viernes por la noche y fines de semana, el restaurante dispone de carta, también a un precio muy razonable, entre 20 y 30 euros por persona. Está abierto de lunes a viernes de 9 de la mañana a 9 de la tarde y viernes y sábados, hasta la 1.
Experiencias en grupo
Pese a su juventud como restaurante, en Brascó no dejan de pensar y proponer experiencias para convertirse en un espacio gastronómico y de ocio de referencia en la zona. Uno de sus atractivos es la capacidad de organizar eventos para grandes grupos, como fiestas de cumpleaños o ahora que es temporada, calçotadas (comida típica de invierno que se basa en una variedad de cebolla que se asa a llama viva y que se acompaña de salsa romesco). Si tenéis ganas de disfrutar de un magnífico espacio en plena naturaleza, una excelente cocina y una apuesta por la tranquilidad es el momento de descubrir los momentos Brascó. Y sobre todo, ¡no tengáis prisa!
Fotos: Martí Artalejo