¿Qué se come en 'les Illes'? Un viaje por la cocina balear
Las Islas Baleares son uno de los grandes referentes turísticos del Mediterráneo. Con un clima envidiable, playas y calas de aguas cristalinas, un patrimonio histórico único y paisajes que parecen sacados de una postal, este archipiélago es un auténtico paraíso natural.
A todo ello se suma una gastronomía que se distingue por la calidad de sus productos, muchos de los cuales apenas necesitan elaboración para desplegar todo su sabor. Con la riqueza y el respaldo de sus denominaciones de origen y una marcada esencia mediterránea, la cocina balear ofrece una propuesta variada, sabrosa y estrechamente vinculada a su entorno natural. ¡Acompáñanos en este viaje gastronómico!

Mallorca: tradición y sabor
La isla más grande del archipiélago alberga una gran variedad de productos y platos para los amantes del buen comer. Para empezar a abrir boca, ¿qué mejor forma que con la ensaimada? Este dulce de masa ligera y hojaldrada ha sido durante siglos el referente de la isla. Su versión clásica, espolvoreada con azúcar glas, es solo una de sus muchas variaciones, que incluyen rellenos de chocolate, crema o cabello de ángel. Un símbolo que se transmite con orgullo de generación en generación.
La sobrasada también tiene su origen en Mallorca y constituye otro de sus pilares gastronómicos. Elaborada con carne de cerdo, pimentón y especias, su sabor intenso y ligeramente picante la convierte en un acompañamiento ideal para el pan, en un ingrediente sabroso en salsas y en un añadido perfecto para realzar guisos.

Y no, no todo son dulces y embutidos: Mallorca también ofrece platos más contundentes. El arròs brut, por ejemplo, es un tradicional arroz caldoso confeccionado con una mezcla de carnes (conejo, pollo, cerdo) y verduras y sazonado con especias como la canela o el laurel. Se trata de un guiso que ejemplifica la cocina casera y campesina que define la isla.
Otro de los platos más queridos es el frit mallorquí, una mezcla de hígado de cordero, patatas, pimientos y cebolla, aderezada con especias como el clavo. Un plato preparado tradicionalmente en las casas de campo, lleno de sabor e historia. Como el tumbet, una receta vegetariana que combina berenjenas, patatas y pimientos fritos en capas cubiertas de salsa de tomate y que refleja la abundancia de la huerta mallorquina.
Finalmente (y sin duda), ¡la gastronomía mallorquina también mira al mar! En temporada, la llampuga amb pebres (pescado azul acompañado de pimientos) se convierte en protagonista indiscutible de las mesas otoñales; mientras que las panades, empanadas rellenas de carne, pescado o verduras, son un bocado emblemático en celebraciones y fiestas populares. Preparaciones que completan el mosaico culinario de la isla, donde tierra y mar dialogan en constante equilibrio.

Menorca: esencia marinera
Menorca es la isla más tranquila y menos masificada de las Baleares. Su cocina está íntimamente ligada al mar. De hecho, muchos de sus platos más característicos son elaborados con pescado fresco y mariscos de gran calidad. El mejor ejemplo es la célebre caldereta de langosta, cocinada a fuego lento, un guiso en la preparación del cual se emplean ingredientes como la langosta, el tomate, la cebolla o el vino blanco.
En Menorca también destacan recetas tradicionales como el peix sec, un pescado curado al sol que se consume en guisos o como aperitivo. La técnica ancestral de conservación que se emplea le otorga un sabor intenso y salino que enamora a los paladares más atrevidos. El calderet de peix, a base de pescado blanco, ajo, aceite de oliva y pimientos, muestra también esa cocina marinera sencilla pero cargada de carácter.

Más allá del mar, Menorca ofrece platos y productos de interior igual de singulares. Entre ellos sobresale el queso de Maó, con Denominación de Origen Protegida, elaborado de manera artesanal a partir de leche de vaca. Su sabor, que varía desde notas suaves y mantecosas hasta matices más curados e intensos, lo convierte en uno de los grandes iconos gastronómicos de la isla. Además, resulta imprescindible en la elaboración de la greixonera. Este manjar encarna la tradición más auténtica y familiar de la isla. A diferencia de otras variantes insulares —como la greixonera mallorquina o ibicenca, que son dulces— en Menorca brillan las versiones saladas.

Ibiza y Formentera: cosmopolitismo y sencillez mediterránea
Ibiza es la isla más cosmopolita y con la cocina más innovadora del archipiélago, pero, a pesar de su modernidad, sigue siendo fiel a las recetas tradicionales que han marcado su historia culinaria. La isla ha sido influenciada por varias culturas mediterráneas, lo que se observa en la diversidad de sus platos.
Uno de los más emblemáticos es el sofrit pagès, un guiso contundente que se elabora con carne de cordero, cerdo, patatas y arroz. Una propuesta que tiene sus raíces en la gastronomía campesina y se ha convertido en una de las favoritas tanto de locales como de turistas.
El frit de peix es otro de los platos populares más aclamados. Se prepara con diferentes tipos de pescado, cebolla, tomate, pimientos y ajo. Todo ello se fríe junto con hierbas aromáticas y se sirve con arroz o pan. En Ibiza también es muy común el bullit de peix, un guiso de pescado con una salsa espesa a base de tomate, ajo y pimiento, servido con arroz y, a menudo, acompañado de una mayonesa casera.

En los postres sobresale el flaó, pastel típico de la isla, elaborado con queso fresco, huevos, hierbabuena y anís, que combina a la perfección lo refrescante y lo cremoso. Y para brindar nada mejor que las herbes eivissenques, un licor aromático hecho con hierbas locales que suele tomarse como digestivo y que forma parte inseparable de las celebraciones y la vida social de la isla.
A solo unos kilómetros, Formentera despliega una gastronomía más sencilla pero igual de auténtica. Su gran protagonista es el peix sec, mencionado anteriormente: pescado secado al sol que se desmenuza para elaborar la famosa ensalada pagesa, con pan seco, patata, tomate, pimiento y alioli. También son muy apreciados sus calamares y langostas frescas, presentes en muchos restaurantes de la isla, y, en el apartado dulce, las orelletes, aromatizadas con anís.
