¿Bechamel o roux? Qué son, cuándo usarlos y cómo se hacen
En el mundo de la cocina tradicional hay dos términos que se repiten una y otra vez: bechamel y roux. Muchos los confunden o los usan indistintamente, pero lo cierto es que no son lo mismo, aunque están íntimamente relacionados. Dominar estas preparaciones básicas puede marcar la diferencia en tus platos, ya que ambas son auténticas bases de cocina sobre las que se construyen infinidad de recetas.
Desde una lasaña cremosa hasta una salsa Mornay o un gratinado perfecto, tanto la bechamel como la roux son aliados imprescindibles en cualquier cocina, profesional y doméstica. En este artículo te explicamos con claridad la diferencia entre bechamel y roux, cómo se hacen, cuándo conviene usar cada uno y por qué deberías aprender a prepararlos como un auténtico chef.

¿Qué es una roux?
La roux es una mezcla cocinada de harina y grasa —generalmente mantequilla— que se utiliza como base para espesar salsas, sopas y guisos. Su origen se remonta a la cocina francesa clásica, donde aún hoy sigue siendo un pilar fundamental.
Suele prepararse en proporciones iguales de grasa y harina, y se cocina a fuego medio hasta alcanzar distintos grados de tostado según el plato que se quiera elaborar. Existen tres tipos principales: roux blanco, rubio y oscuro. Cuanto más tiempo se cocina, más oscuro y con más sabor se vuelve, pero también pierde algo de su capacidad espesante.
Saber cómo hacer roux correctamente es una habilidad esencial para cualquier amante de la cocina: no solo aporta cuerpo, sino que también da una textura sedosa y ayuda a que las salsas no tengan grumos.

¿Y la bechamel?
La bechamel es una salsa blanca elaborada a partir de una roux blanca al que se le añade leche caliente. Es una de las salsas madre de la cocina francesa y tiene usos infinitos en la gastronomía occidental. Si has comido croquetas, lasañas, canelones o gratinados, probablemente te hayas encontrado con esta salsa sin saberlo.
Una buena bechamel debe ser suave, sin grumos y con un equilibrio perfecto entre cremosidad y fluidez. El secreto está en integrar poco a poco la leche sobre la roux caliente, sin dejar de remover, hasta obtener una mezcla homogénea.
A pesar de su origen noble, cómo preparar bechamel en casa no es complicado. Solo se necesita atención al fuego y remover con constancia. Además, se puede aromatizar con nuez moscada, pimienta blanca, laurel o cebolla para enriquecer su sabor.

Diferencia entre bechamel y roux
La diferencia entre bechamel y roux radica, principalmente, en que el primero es un ingrediente base (roux) y la segunda es una salsa final que se construye a partir de él. Es decir, la roux es una técnica, y la bechamel una preparación completa. Mientras la roux se utiliza para espesar, por ejemplo, una velouté (salsa de caldo), una crema o incluso una sopa, la bechamel ya tiene un sabor y textura propios y puede servirse tal cual o usarse como parte central de una receta. No hay que confundirlos ni pensar que son intercambiables, aunque estén estrechamente relacionados.
Cómo hacer roux y cómo preparar bechamel
Aquí te compartimos una guía rápida para dominar estas dos preparaciones esenciales en cualquier recetario de bases de cocina.
Para hacer roux:
Ingredientes:
- 50 g de mantequilla
- 50 g de harina
Elaboración:
Derrite la mantequilla en una sartén a fuego medio.
Añade la harina tamizada y remueve sin parar con una varilla.
Cocina entre 2 y 10 minutos, dependiendo del color deseado (blanco, rubio u oscuro).
Usa la roux caliente o deja enfriar y conserva en un recipiente hermético en la nevera.
Para preparar bechamel básica:
Ingredientes:
- 50 g de mantequilla
- 50 g de harina
- 500 ml de leche
- Sal, nuez moscada y pimienta blanca al gusto
Elaboración:
Prepara una roux blanca como en la receta anterior.
Calienta la leche aparte y añádela poco a poco sobre la roux, sin dejar de remover.
Cocina durante 10 minutos a fuego bajo hasta que espese. Ajusta la sal y las especias.

Un mundo de posibilidades
Dominar la roux y la bechamel no solo amplía tu repertorio culinario, sino que te da la confianza de crear platos con más técnica y profundidad de sabor. Estas elaboraciones clásicas son el punto de partida de preparaciones tan variadas como una muselina de pescado, una sopa cremosa o unas croquetas irresistibles. También te permiten improvisar con lo que tengas en casa, transformando restos de pollo o verduras en un gratinado espectacular.
Ya sea para espesar una sopa o para preparar una lasaña con alma, entender y aplicar correctamente estas bases de cocina puede marcar un antes y un después en tu forma de cocinar. Así que la próxima vez que dudes entre bechamel o roux, recuerda: uno es la base, el otro la evolución... ¡Y ambos son clave para llevar tus platos al siguiente nivel!