La comida puede convertirse en nuestra mejor aliada o en nuestra peor enemiga. Es posible que nos sintamos más vitales si cambiamos la bollería del desayuno por fruta o que se nos hinche dolorosamente la barriga si tomamos una taza de café de más. También puede que queramos adelgazar pero que no lo consigamos porque sentimos el impulso de darnos atracones a menudo.