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Entre dos rebanadas de pan te cabe una vida. Cuantas veces olvidamos que la sobresaliente practicidad de este bocado no está reñida con la búsqueda hedonista del placer masticable. Que sí, que un bocata cochambroso de embutido chungo en pan industrial es una pena en el alma, pero un bocadillo con ingredientes de calidad, bien combinados y con pan de calidad es un gol por la escuadra y una maravilla en el paladar.
Sobre el tartar y sus múltiples variantes ya habíamos hablado anteriormente. De nuevo confesamos nuestra querencia y debilidad por esta preparación que saca el máximo partido de la pureza del ingrediente principal.
Estos dorados canelones de pato con foie son una fabulosa idea de la cocinera Ada Parellada. Se trata de utilizar la pasta brick (también se puede utilizar pasta filo) que se convierte en crujiente contenedor de una mezcla explosiva de pato en confit, foie y verduras pochadas.
El relleno es meloso en texturas y punzante en sabores. Descomunal.
El carpaccio es una perparación italiana compuesta de lonchas muy finas -originalmente de solomillo de buey crudo, actualmente se puede preparar casi con cualquier ingrediente- que se sirven frías y aliñadas con otros elementos. Nacido en 1950 en Venecia (Harry's Bar) para que la Condesa Amalia Nani Mocenigo pudiera comer carne (por orden de su galeno sólo podía consumirla cruda).
Las ostras son los bivalvos más íntimamente relacionados con el lujo y el glamour del mantel refinado. Como se describen en el libro 'La Cocina y los alimentos' de Harold McGee se los puede tratar como el equivalente marino al pollo cebado o a la ternera de corral: no hacen otra cosa que comer y descansar. De esta manera, su carne resbaladiza y suave acumula un sabor complejo y sexy.
El coulant original es un postre de chocolate creado en 1981 por el gran cocinero Michel Bras en su restaurante de Laguiole (Francia). Su genial idea es la de un bizcocho de cacao que también es el contenedor de un interior cremoso y fundente. Relleno que se desparrama en el plato cuando de perfora.
En cocina existen dos grandes maneras de combinar ingredientes: el juego del contraste y su contrario, que consiste en combinar por afinidad. En este caso, utilizamos la segunda opción para mezclar con éxito elementos ácidos como son el fresón y la manzana. Cada uno aporta a nuestro postre una textura distinta. Si la primera es tierna y húmeda, la segunda es crocante y ofrece resistencia al mordisco.
El arroz con leche es postre secular de origen no determinado que hunde sus raíces en la noche de los tiempos. Reconozcamos que no se trata de un plato muy sutil o sofisticado, por mucho que a algunos nos resulte irresistible.