¿De dónde viene el calendario de Adviento y qué significa?
Cada año, cuando llega el frío y los escaparates se tiñen de rojo y dorado, los calendarios de Adviento vuelven a aparecer en los hogares como parte inseparable de las tradiciones navideñas. Pero lo que hoy muchos asocian con chocolatinas o pequeños regalos tiene su origen en un tiempo de espera y recogimiento. La historia del calendario de Adviento es, en realidad, un relato que conecta la fe y el placer de la anticipación.
Una cuenta atrás con siglos de historia
El Adviento (del latín 'adventus', que significa 'venida' o 'llegada') en la tradición cristiana, es el período de preparación para la Navidad. Comprende cuatro semanas de espera que comienzan el cuarto domingo antes del 25 de diciembre, que puede caer entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre.
Este periodo se entendía como un tiempo de recogimiento, oración y reflexión, en el que los fieles se preparaban espiritualmente para celebrar la Natividad, el nacimiento de Jesucristo. Tradicionalmente, se encendían coronas de Adviento, un círculo de ramas verdes con cuatro velas, una por cada domingo, como símbolo de la luz que va creciendo a medida que se acerca la Navidad. Los días se marcaban no solo para esperar la festividad, sino para recordar la esperanza, la fe y la importancia de la espera consciente y paciente. Los sermones, cánticos y lecturas bíblicas reforzaban esta idea de preparación, convirtiendo el Adviento en un tiempo de disciplina espiritual y comunidad.
Sin embargo, el calendario de Adviento tal y como lo conocemos nació mucho después, en la Alemania protestante del siglo XIX. Entonces, las familias marcaban los días que faltaban para la Nochebuena con pequeños gestos cotidianos: una vela encendida cada día, una tiza marcando la pared, o incluso colgar dibujos con motivos religiosos, a veces hechos por los niños. A principios del siglo XX, esta acción de marcar los días hasta Navidad se había popularizado tanto que muchas empresas empezaron a imprimir calendarios especiales.
Se dice que el primer calendario de Adviento tal como lo entendemos ahora apareció cuando Gerhard Lang, un editor alemán, decidió reproducir la tradición que su madre había creado para él en su infancia: una cartulina con 24 imágenes religiosas o versos de la Biblia escondidos tras pequeñas puertecitas, uno para cada día. Aquella idea fue un éxito inmediato y, aunque las guerras interrumpieron su producción, el espíritu del Adviento —la espera dulce y simbólica— sobrevivió al paso del tiempo.
Del papel a los regalos: la evolución del Adviento moderno
Con el auge del consumo en el siglo XX, el calendario de Adviento fue evolucionando. Las ventanitas de papel se llenaron de chocolatinas y mini juguetes, y pronto se convirtió en un icono de las tradiciones navideñas europeas. Las grandes marcas lo adoptaron como una forma de celebrar la temporada, y lo que había empezado como un símbolo religioso se transformó en una experiencia cultural y gastronómica.
En los últimos años, el Adviento moderno ha vivido un auténtico renacimiento: ya no se trata solo de dulces infantiles, sino de una experiencia gourmet para adultos. El calendario gourmet se ha convertido en el nuevo protagonista de diciembre. Chocolates artesanales, tés exóticos, cafés de origen, quesos, vinos o incluso especias: cada día es una oportunidad para descubrir un nuevo sabor. En los hogares donde se valora la cocina y el placer de la degustación, el Adviento se ha vuelto un recorrido sensorial, una especie de “menú degustación del tiempo”.
Y no solo eso: los regalos de Adviento también han tomado formas inesperadas. Hoy se encuentran calendarios con productos de belleza, velas, cervezas artesanas, aceites de oliva o mermeladas de autor. Cada cajita es una sorpresa y, en el fondo, un recordatorio de que el placer está tanto en la espera como en la recompensa.
El sabor de la espera
En un mundo donde todo llega al instante, el calendario de Adviento rescata la emoción de lo anticipado. Cada día, al abrir una pequeña puerta, se revive esa mezcla de curiosidad y ternura que define la Navidad. Es una tradición que combina lo espiritual y lo lúdico, lo simbólico y lo sensorial.
Quizás por eso los calendarios gourmet se han vuelto tan populares: nos devuelven al gesto pausado de saborear el tiempo. Abrir una ventana cada mañana de diciembre es, en realidad, un acto de esperanza.