Cómo coger setas: una guía de trucos y consejos
Aunque se puede practicar todo el año, el final del verano y la temporada de otoño es la época principal para salir a coger setas. Esta es una actividad altamente satisfactoria, que cada vez tiene mayor número de practicantes y que resulta sencilla siempre que se adopten las debidas precauciones: ya sabemos que algunas setas resultan tóxicas. Es imprescindible estar siempre seguro, conocer cuál es la especie que estamos recogiendo y vamos a cocinar.
Te preparamos este conjunto de trucos y consejos de recolección de setas para que puedas introducirte en este mundo que, visto lo visto y escuchando a quienes lo han probado, engancha muchísimo. Los resultados son fantásticos, un mundo entero de posibilidades gastronómicas al alcance de tu mano, esparcidas por el bosque y esperando que llegues tú para encontrarlas. Aunque siempre con prudencia, eso sí, como ya hemos comentado.

Consideraciones generales para recoger setas
Recolectar setas debe hacerse de forma sostenible, así que sé respetuoso y hazlo sin dañar el ecosistema ni agotar los recursos. Piensa que, si dejas el entorno en buenas condiciones, es probable que el año que viene puedas repetir y disfrutar de las setas otra vez.
Es fundamental tener nociones básicas de micología o salir acompañado de alguien experto. Con las setas, no te la juegues.
Muchos municipios o comunidades regulan la recolección (cupos, permisos, zonas protegidas). Infórmate antes de salir para evitar sorpresas.
Es importante llevar ropa adecuada, calzado impermeable, móvil cargado y agua. Las salidas al monte pueden alargarse y exigir esfuerzo físico. No hace falta cargar con mucho peso, pero asegúrate de llevar lo esencial.

Temporada y épocas más adecuadas según el tipo de setas
Las distintas especies de setas tienen su temporada. Si la más abundante y generosa es el otoño, en realidad se pueden encontrar también setas abundantes en primavera. Durante el invierno y el verano son escasas, pero no es imposible hallarlas.
Primavera: perrechicos (Calocybe gambosa), marzuelos (Hygrophorus marzuolus), colmenillas (Morchella spp.)
Verano: rebozuelos (Cantharellus cibarius), setas de cardo (Pleurotus eryngii)
Otoño: níscalos (Lactarius deliciosus), boletus (Boletus edulis), oronjas (Amanita caesarea), parasoles (Macrolepiota procera), champiñones de prado (Agaricus arvensis), trompetas de la muerte (Craterellus cornucopioides), rebozuelos (Cantharellus cibarius), pinatells (Lactarius sanguifluus), fredolics (Tricholoma terreum), moixernons (Clitocybe geotropa), llenegues/llanegas (Hygrophorus latitabundus, H. erubescens, etc.).
Invierno: setas de ostra (Pleurotus ostreatus), pies azules (Lepista nuda), hygrophorus.
Y siempre cabe recordar que las mejores salidas suelen darse tras varios días de lluvias moderadas seguidas de temperaturas suaves, que favorecen la fructificación.

Consideraciones en el reconocimiento de las setas comestibles
Identificación segura: Esto es muy importante y está relacionado con salir con alguien experto en el caso de que tu no lo seas. Únicamente recolecta setas que conozcas con certeza. Una confusión puede tener consecuencias graves.
Características clave: De una seta, es importante observar el sombrero, láminas o tubos, pie, color, olor, textura y entorno (especie de árbol asociado, tipo de suelo). Cada uno de estos elementos es importante para diferenciarlas e identificarlas.
Evita ejemplares viejos o dañados: Se deterioran rápido y pueden causar problemas digestivos, aunque la especie sea comestible.
Atención a las confusiones: Algunas especies comestibles tienen dobles tóxicos muy parecidos (ej. champiñón silvestre vs. Amanita phalloides).
Uso de guías micológicas fiables: Consulta libros, fichas con fotografías y claves descriptivas. Si estás empezando, combina una guía impresa sencilla como ‘Setas, la guía definitiva’ con una herramienta online como Mushroom Observer para contrastar lo que encuentres. Una vez ganes experiencia, puedes dar el salto a claves más completas como las de ‘M. Bon’ o ‘Courtecuisse & Duhem’. Para mantenerte actualizado sobre normativas y eventos o conferencias, las guías como la de García Rollán y plataformas comunitarias son muy útiles.

Algunas guías para recoger setas
‘Atlas ilustrado de las setas’ (Lamaison & Polese, Tikal, 2010): una guía ideal para principiantes que presenta cerca de 900 especies con fotografías detalladas y comparaciones claras entre especies similares.
‘Setas, la guía definitiva’ (Asociación Micológica Fungipedia, Oberon, 2016): centrada en 117 especies comestibles, con identificaciones claras, diseño práctico y lenguaje accesible.
‘Guía de campo de los hongos de España y Europa’ (Marcel Bon, Omega, 2004): intermedia, ideal para salir al campo; combina ilustraciones de alta calidad con claves de identificación efectivas.
‘Guía de hongos de la Península Ibérica, Europa y norte de África’ (Courtecuisse & Duhem, Omega, 2004): una referencia avanzada y completa, con hasta 3000 especies y claves detalladas, muy útil para micólogos experimentados.
‘Field Guide to the Mushrooms of Spain and Europe’ (M. Bon): una edición revisada y ampliada con más de 1500 especies, 150 láminas en color, claves de identificación claras y nombres comunes en varios idiomas, lo que la hace un recurso muy completo para distintos niveles.
Recursos online y apps
Mushroom Observer: una plataforma global de ciencia ciudadana creada en 2006, donde más de 10 000 usuarios comparten y ayudan a identificar observaciones de hongos mediante fotos; ideal para aprender con imágenes reales y reconocimiento colaborativo.
Ident: identificador de setas.

Trucos para encontrar setas
Busca bajo los árboles correctos: muchas especies son micorrícicas, asociadas a especies concretas, como los níscalos en pinares; boletus en hayedos, robledales o encinares; u oronjas en encinares y alcornocales.
Atiende al microclima: las laderas orientadas al norte conservan mejor la humedad y suelen ser más productivas.
Observa el suelo: zonas con musgo, hojarasca húmeda o hierba baja suelen esconder fructificaciones.
Fíjate en los animales: madrigueras de jabalíes, huellas de ciervos o insectos revolviendo el suelo son indicios de setas cercanas.
Busca en claros y bordes: los lindes entre bosque y pradera suelen ser muy fértiles.
Repite visitas: si un lugar ha dado setas un año, es muy probable que vuelva a producir en temporadas siguientes —siempre que, al recogerlas, seas respetuoso, como ya hemos comentado—.
Sal pronto: las mejores piezas suelen recogerse temprano, antes de que el sol o la competencia las estropee.
Sigue la lluvia: planifica la salida 7–10 días después de lluvias abundantes con temperaturas suaves (12–20 °C).
Lleva un bastón: sirve para apartar hojas o hierba sin dañar el suelo ni las setas.

Técnicas para recolectar setas
En especies de pie carnoso (boletus, níscalos) se suele cortar con navaja a ras de suelo. Esto deja una parte soterrada de manera que protege de infecciones y favorece la aparición posterior o en temporadas siguientes.
En especies delicadas o donde no tengamos opción (setas de cardo, champiñones) se puede extraer con suavidad y girando, para no dañar el micelio.
Elimina la tierra, hojas o insectos en el momento para facilitar el transporte y evitar ensuciar el resto de las setas que recojas.
No remuevas excesivamente el suelo, así se protege el micelio y favorece que fructifique en temporadas siguientes.
Recolecta solo lo necesario: lleva a casa las setas que vayas a consumir o compartir, evitando acumulaciones innecesarias.

Cómo transportar y conservar setas
Utiliza un recipiente adecuado como cestas de de mimbre o similares, que permitan aireación y dispersión de esporas. Nunca uses bolsas de plástico, ya que favorecen la descomposición de las setas recogidas.
Si no estás completamente seguro de todas las identificaciones, guarda cada tipo en compartimentos separados para evitar contaminaciones cruzadas y consulta siempre un experto con las que te generan dudas.
Transpórtalas con cuidado, evitando aplastarlas: coloca las más delicadas arriba y no acumules una gran cantidad de peso sobre las que están en la parte inferior.
Las setas frescas se degradan con rapidez, así que lo ideal es cocinarlas el mismo día o guardarlas en refrigeración unas pocas horas o un par de días como máximo. No es que luego no sirvan, pero pierden mucha calidad organoléptica.
Y, si no las puedes o quieres consumir tan rápido, seca, congela o escabecha los excedentes para prolongar su vida útil.
