/ Restaurantes en madrid
Probablemente no nos creas si te decimos que al lado del paseo de la Castellana, en Alberto Alcocer, tienes un parque urbano de más de cien olivos y nueve mil metros cuadrados de paraje verde. Pero es así. Esta deliciosa anomalía es el Olivar de Castillejo, un paraje histórico con más de cien años de antigüedad. Durante el verano el lugar acoge conciertos de música clásica, en pequeñas formaciones de artistas noveles, y una barra de productos selectos y buen beber gestionada por la gente de El Escondite.
No llegaba a cincuenta metros el diminuto local con el que Santiago Pedraza y Carmen Carro comenzaron su andadura en el siempre difícil mundo hostelero de la capital. Aquello fue en abril de 2014. Un año y medio más tarde ya tenían que mudarse al local contiguo, mucho más amplio, ante el éxito de su propuesta.
En estas fechas en las que parece que tenemos algo más de tiempo para pensar y reflexionar, resulta gratificante echar la vista atrás y recordar el comienzo de una de las parejas mejor avenidas de la gastronomía madrileña. Fue en la primavera de 2009, con un equipo de cinco personas y poco más de seis mesas, cuando abría sus puertas Taberna Arzábal. En aquel momento, la zona de Retiro comenzaba a despegar como una nueva milla de oro culinaria.
No para de aumentar la oferta de barras en el barrio del Retiro madrileño. Se suceden las aperturas, aunque no siempre están a la altura en cuanto a nivel de calidad. La última, por el momento, se llama Hermanos Vinagre y llega de la mano de los hermanos Valentí, Carlos y Enrique, con una larga trayectoria en el mundo de la cocina y de la hostelería.
Panadería, pastelería y dos estilos de restaurante. Maison Mèlie ha desembarcado en el centro de Madrid con un proyecto que combina una boulangerie y una pâtisserie con un restaurante que al mediodía ofrece una carta estilo brasserie mientras que, para cenar, el local se transforma para brindar una carta bistronómica. En ambos casos con productos y elaboraciones tradicionales de Francia. El origen de esta Maison está en el panadero Mélie Denancé, quien fundó su propio obrador en 1894 en Honfleur.
La zona de Madrid que se abre hacia el Barrio de las Letras, a espaldas de la plaza de Neptuno, cuenta con una amplia oferta de bares para el tapeo. Uno de los más recientes, poco más de un año de vida, es Distinto, un espacio que busca recuperar el espíritu de las viejas tabernas madrileñas, pero con una visión muy actual. Una tendencia que se impone en la capital, donde jóvenes empresarios o cocineros conservan la filosofía, la estética y en buena parte el recetario de las tradicionales, dándoles un aire más moderno.
El boulevard de Juan Bravo en primavera es un festival de sensaciones. Pasear por esta histórica avenida madrileña también permite hacerse una idea de por dónde van los nuevos gustos gastronómicos de la ciudad. En el número 23 se sitúa Pólvora, al que después de unos meses de rodaje nos acercamos para conocer su carta y entrevistar a Gonzalo Sainz, un cocinero que está empezando a dar que hablar en los círculos más mediáticos.
Lo han querido llamar slow fast food, dando a entender que la gastronomía informal que practican no deja de lado lo saludable y natural. Y parece que han acertado. Nibble es uno de esos espacios que por el bien de todos debería existir en toda ciudad moderna que se precie. “Nuestro objetivo es que todo el que pase por aquí pueda disfrutar con la comida de la forma más desenfadada posible”, explican Luis Miguel, José y Diego, los artífices de este nuevo restaurante ubicado en el Paseo de la Castellana, a la altura del número ochenta y nueve.
Seguramente todos ustedes han oído hablar de El Capricho, un auténtico paraíso para los carnívoros. Situado en un pequeño pueblo de León, Jiménez de Jamuz, muy cerca de La Bañeza, célebre por su alfarería y ahora por ser lugar de peregrinación de comensales de todas las nacionalidades, alertados por lo mucho y bueno que se ha publicado sobre esas carnes en los más importantes periódicos y revistas del mundo.
Vivimos un momento especialmente dulce dentro del mundo de la restauración. Pasados los tiempos de la burbuja, es ahora cuando mejor se puede apreciar todo lo que han aprendido cocineros y restaurantes. No es de extrañar que una noche cualquiera las opciones buenas y muy buenas se hayan multiplicado en este último año. Una de las aperturas más sonadas, por propuesta escénica y gastronómica, seguramente sea Bule Bule.
Aunque parezca mentira, la cocina italiana es una gran desconocida entre nosotros. Lamentablemente una mayoría de españoles sigue asociándola con una comida barata, de pasta, pizza y algunos postres como el tiramisú. Un error, porque cada región de Italia posee sus productos y su recetario propios, con enormes diferencias entre el sur y el norte, marcadas por la geografía y por la historia. Apenas tiene nada que ver la cocina del Véneto con la del Golfo de Nápoles. Poco a poco vamos aprendiendo.
La moderna gastronomía vasca, especialmente la que se conoció como “cocina en miniatura”, debe mucho a los hermanos Santamaría, Jesús y Mikel. En 1996 crearon el grupo Bokado, principal impulsor de esa alta cocina de los pinchos. En estas dos décadas el grupo ha orientado su actividad principal al mundo del catering y de la celebración de todo tipo de eventos, aunque mantiene dos restaurantes en la capital guipuzcoana, uno en el Aquarium de la ciudad y otro en el Museo de San Telmo.