Los mejores restaurantes asiáticos en Madrid
La historia de la cocina asiática en Madrid se mueve a pequeños saltos, fuera ya de modas o clichés. Hoy, tras décadas de restaurantes familiares invisibles y generaciones enteras de cocineros formados lejos de su país, un público con más conocimiento se adentra en tendencias como las de los dim sum cantoneses o los nigiris en los “sushi bar” de la capital. Madrid —tan dado al ruido— ha descubierto en lo asiático una vía de especialización que no parece que decaiga. En ese paisaje, estos cuatro restaurantes nos permiten seguir ampliando ese expertise.
Don Lay
Fundado en 2002 por Nieves Ye y su padre, Don Lay fue uno de los primeros restaurantes de Madrid en trabajar cocina cantonesa sin concesiones. Tras su cierre y posterior renacimiento en 2019, la casa quiso reforzar ese ideario: dim sum elaborados a mano cada día, laqueados de larga tradición y salsas que respetan tiempos reales de fermentación.
Dentro de la rica y variada sección de dim sum encontramos xiao long bao, hakao, siu mai de cerdo y gamba. Además, el pato laqueado se hace a la manera antigua, con un secado prolongado, miel muy ligera, doble cocción y corte en secuencia que separa piel, carne y hueso para aprovechar cada parte. Pocas cocinas en Madrid preservan ese detalle. Don Lay es uno de los mejores chinos de Madrid, precisamente, por ese punto detallista. De esta forma, cada día podemos encontrar nuevos y excitantes platos, o, si lo deseamos, rendirnos a la esencia de siempre, aquella cocina de tiempos pretéritos sublimada aquí mediante el vapor.
Ikigai
Yong Wu Nagahira creció entre París y Japón; mitad chino, mitad japonés, formado en cocinas europeas. Una biografía que ha marcado su cocina más que cualquier tendencia. En 2018 abrió Ikigai, en lo que eran los restos del legendario Rugantino. La cocina se mueve entre la pureza japonesa y el impulso creativo de Wu: nigiris de lubina con beurre blanc, toro con curry de chocolate, makis con ibérico, un katsu sando reinterpretado.
Ikigai es un taller donde, podríamos decir, la técnica no aplasta la emoción de unos bocados que son pura fantasía. Es la cocina japonesa del siglo XXI y la podemos encontrar en Madrid. Aquí hay mucho criterio, memoria y una curiosidad innata, llena de capas y capas de influencias y tendencias que aún están por explorar. Probablemente, uno de los japoneses más innovadores y estimulantes del planeta.
Bao Li
Bao Li es el proyecto más personal de los hermanos María Li Bao y Felipe Bao, herederos de una saga de restauración asiática en Madrid. Con base familiar en Aranjuez, han escalado hasta abrir un restaurante que rinde homenaje directo a la cocina cantonesa tradicional, reinterpretada con elegancia y clasicismo. El local, frente al Teatro de la Zarzuela, es reflejo de esa ambición: un diseño despampanante, producto de altura y un servicio acorde al lugar
Entre sus especialidades, no pueden faltar los dim sum de variados rellenos, los pescados salvajes, los patos laqueados y las salsas con ingredientes tradicionales como la ciruela salada o el jengibre. En Bao Li se rehúye lo espectacular y se pone interés en lo que hay en el plato, en aquello que sobresale con un leve toque o una especia que redondea una receta que ha pasado de generación en generación. Un lugar en el que adentrarse en la cocina asiática con más historia y delicadeza.
Lelong Asian Club
Lelong nace dentro del grupo de María Li Bao en un edificio del siglo XIX que fue restaurado sin borrar su estructura original. En su propuesta se dibujan varias cocinas, donde debemos valorar la panasiática, sostenida por un equipo curtido en casas como las de China Crown y Shanghai Mama. Además, es un disfrute su coctelería, que emplea multitud de cítricos de procedencia oriental, infusiones y destilados propios.
En su carta podemos viajar a varias regiones del continente sin caer en esa mezcla tan gastada, y a veces impostada, de la fusión. ¿Nuestra recomendación? Currys tailandeses que emplean pastas caseras, dumplings hechos del día con rellenos imaginativos, pescados que se adaptan a puntos de cocción que podríamos encontrar en locales de Hong Kong. Incluso los nigiris flambeados nos indican que hay un gusto por terminar el producto en la mesa, fresco, turgente y decididamente sabroso. Todo esto sin dejar de lado el componente social —música, cócteles, horarios que se alargan en la noche—. Hedonismo y disfrute en estado puro.
Madrid afina sus sentidos
Lo interesante de este mapa asiático no es la diversidad evidente, sino el pulso que lo sostiene. Cada uno de estos restaurantes habla de aprendizaje lento, de técnica asumida con naturalidad y de un público dispuesto a escuchar matices. En Madrid, lo asiático ya no necesita alzar la voz: encuentra su lugar en el detalle, en la constancia y en una identidad cada vez más clara.