Llegan los fríos y las carnes se nos tensan, las narices se nos hielan y la panza nos pide plato hondo, cuchara grande y el calor del fuego embebido en cocidos y potajes. Me atrevo a afirmar que si de algo sabemos por estas tierras es cómo extraer lo mejor y más sabroso de las viandas en largas cocciones. Sumando esencias a golpe de lento hervor. Es la cocina de la evaporación un recurso valioso que dio de comer a los ricos y pobres, sobre todo a los pobres.