A pesar de que su origen no es italiano, y su formación tampoco tiene nada que ver con el sector gastronómico, estos dos jóvenes madrileños, Jorge de Blas y Hugo Rodríguez de Prada, son el alma mater de un exitoso proyecto que difiere mucho del concepto clásico de pizzería que tenemos en España. Un concepto 100% importado de Nápoles que seduce por igual al público más generalista y a los paladares más gourmets.
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Porque la historia de estos dos grandes de la cocina va unida desde el principio. De hecho, han crecido juntos profesionalmente y formado equipo en grandes proyectos como el liderado por el estrellado chef Quique Dacosta en Valencia. Su potencial gastronómico es admirable, al igual que sus ganas de sorprender al comensal.
Eso sí, sin perder la personalidad ni la esencia de una cocina innovadora y de carácter mediterráneo que intenta transmitir la historia personal de una mujer valiente y con carácter que pisa fuerte en un mundo tradicionalmente masculino.
Esta valenciana, que se autodefine como creativa e inquieta, jamás pensó que su vida giraría en torno a los fogones. Con tan sólo 18 años montó una expendeduría de pan, oficio que compaginaba con sus estudios de Ingeniería Industrial, y que al poco tiempo abandonó para vivir en Holanda nuevas experiencias.
Enrique Medina e Yvonne Arcidiacono son los responsables de esta elegante propuesta gastronómica que vio la luz en 2007, dos apasionados de la cocina con una amplia experiencia profesional a sus espaldas.
Valencia es una de las ciudades españolas con mayor número de edificios modernistas y el Mercado de Colón, con claras influencias estéticas de Antoni Gaudí, es uno de los más emblemáticos. Su privilegiada ubicación, en una de las zonas con mayor actividad comercial de la ciudad, unida a la reciente apertura de restaurantes exclusivos y diferentes espacios gourmet, han convertido a esta catedral del modernismo valenciano en todo un referente gastronómico y polo de atracción de aquellos que buscan una oferta cosmopolita y de calidad.
Como dice un antiguo proverbio “Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”. Sin duda, una sabia frase que define a la perfección lo que le ocurrió a Diego Laso, chef y copropietario del restaurante Momiji en Valencia, ya que con tan sólo 23 años viajó a Japón sin saber que allí encontraría su verdadero destino y pasión: la cocina japonesa.
Cuando entras por primera vez en La Salita es fácil reconocer los casi 9 años de bagaje del local. Se identifica a la perfección la idea que sus propietarios, Begoña Rodrigo y su pareja Jorne Buurmeijer, le quisieron imprimir desde un primer momento y que no es otra que dar a los clientes la misma sensación de comodidad que les ofrecería la salita de su casa, hasta tal punto que deseasen quitarse los zapatos. De ahí el nombre escogido.
Visitamos RiFF, un selecto restaurante ubicado en el centro de Valencia que sigue manteniendo un año más su merecida estrella Michelin. El mérito de este galardón recae en su chef y propietario Bernd H. Knöller quien nació en la región de la Selva Negra alemana una noche del 19 de marzo, coincidiendo con la festividad en la que los valencianos queman sus fallas.
No es tradición en tierras valencianas la costumbre del tapeo, pero en el del barrio de El Cabañal encontramos uno de esos bares con solera de visita obligada. La fama de su anchoa ha destronado el monopolio del tapeo reservado al País Vasco, Madrid o Andalucía para extenderse hasta Valencia. La anchoa de Casa Guillermo es el talismán que atrae a locales y foráneos.