/ Restaurantes en vitoria-gasteiz
“El pimiento ha de ser verde, los tomates colorados, la berenjena espinosa y los amores callados”. No es cosa mía, lo dice una copla leonesa que adelanta el significado de la expresión meterse en un berenjenal, pues estos, en el campo, suelen estar sembrados de espinas puntiagudas que dificultan el trabajo y exigen trabajar con prudencia y debida protección.
Pensar que hace falta arrimarse a la costa, a un pueblo con mar, para disfrutar en un restaurante especializado en pescado y marisco es una idea del pasado, un planteamiento equivocado que solo puede conducir a privarse del placer de comer dicho género a decenas de kilómetros de un puerto, un paseo o un muelle donde nos peine la brisa. Y más desde que los aeropuertos son la principal puerta de entrada de pescado (salmón, pulpo, pez espada, crustáceos, merluza…) procedente de países como Chile, Noruega, Namibia, Vietnam y Suráfrica.
Los bares y restaurantes más interesantes acostumbran a ser aquellos que constituyen una prolongación de las aficiones o de la personalidad de quien los regenta, lugares con alma donde uno acude prácticamente con la misma sensación de bienvenida que percibiría de ir a su propia casa.
Dávalos es un cocinero que asegura que para desempeñar esta profesión prima mucho la vocación, ya que “es un oficio muy sacrificado que tiene cosas muy buenas pero implica muchísimo esfuerzo.”
Carlos se autodefine como alguien a quien siempre le ha gustado comer y valorar las buenas comidas, lo que le ha permitido acercarse a esta profesión y desear aprender y reinventarse constantemente.
La expresion "Hic Napoleon I imperator habitavit anno MDCCCVIII" (Aquí residió el Emperador Napoleón en el año 1808) y una figura del militar francés en una de las ventanas son los vestigios del pasado que, junto al nombre, se mantienen en La Casa de Napoleón en Vitoria. Allí pernoctó el estratega galo, presuntamente de muy mal humor, el 8 de noviembre de ese año debido a que tuvo que venir en rescate de su hermano José, que había sido derrotado en Bailén en lo que comenzaba a convertirse en
¿A qué huelen las nubes? ¿A qué sabe la gloria? Son preguntas de difícil respuesta, pero en Vitoria hay personas que se esmeran para que al menos la segunda cuestión quede resuelta. En el PerretxiCo que dirige Josean Merino primero te dejan con la boca abierta, después te invitan a que la cierres y saborees para terminar de nuevo con la boca abierta.