/ Patatas bravas

Cocina rápida, platos combinados y tapas es la base de la oferta gastronómica de La Presó, el bar de La Cellera de Ter que se ha convertido en un punto de reunión para gente de todas las edades gracias a su amplia programación cultural y su sencilla pero a la vez solvente cocina. Disfrutar de un concierto cenando o tomando una copa, de un monólogo o espectáculo infantil merendando o picoteando unas tapas es posible en este negocio familiar, donde hacen parada y fonda muchos ciclistas que transitan por la Ruta del Carrilet, que une Olot y Girona.

Docamar responde al nombre de Donato Cabrera Martínez, fundador en 1963 de esta casa de comidas de Madrid y abuelo de Raúl Cabrera, el actual propietario que tomó el relevo generacional de manos de su tío hace 20 años, en plena crisis parecida a la actual y en contra de la familia. Hoy como entonces, sigue viviendo el negocio con ilusión y con el sentimiento de formar parte de la vida del barrio.

Hablar de patatas bravas (en la imagen, bravas del Bohèmic, de Barcelona) es meterte en un berenjenal por anticipado, algo parecido a hablar del fútbol con aficionados de varios equipos en la sala: hay tantos entrenadores como aficionados existen, tantas alineaciones mejores como estrellas tiene el cielo y tantas mejores bravas como bares salpican este país.