/ Patatas

Una sabrosa y fácil combinación con la que abrir boca en cualquier ocasión. ¡Te contamos cómo elaborarla!
Si solo pudieras dar un bocado a la gastronomía isleña, las papas serían la elección definitiva. Llegaron de América hace 400 años y sus variedades, únicas en Europa, son cada vez más apreciadas por los grandes cocineros.

Hace algunas semanas ya glosamos algunas características e historia de las patatas. También sabemos que como guarnición son prácticamente imbatibles así que hoy se trata de situarlas en el centro de la pista, cocinarlas para que destaquen y luzcan merecidamente cetro y corona culinaria. ¡Reinas por un día!

Lo más frecuente, cuando vamos a cualquier restaurante en cuya carta haya muchos platos de pasta, es encontrar entre ellos algunos de gnocchi (ñoquis). Si bien es cierto que existe pasta con una forma similar a los auténticos ñoquis, como los gnocchi sardi (en la imagen inferior) o los gnochetti, de menor tamaño, los verdaderos gnocchi son bollos de patata hervidos que se preparan de muchas formas distintas según las costumbres de las diversas regiones italianas.

Rellenar patatas es fácil, rápido y rico. Mientras se cuecen u hornean puedes preparar el relleno y admiten tantas combinaciones que las posibilidades son gigantescas. Vegetales, con carne y con pescado.
El parmentier es el puré de patata refinado, convertido en suave elegancia de cucharada. Te traemos un poco de su historia, su receta clásica y 15 ideas para combinarlo y sacarle el máximo partido.
El chuño (también llamado Tunta) es el resultado de una deshidratación extrema y controlada de un tipo de papas que se cultivan en el altiplano andino. Son un recurso alimentario (y gastronómico) que puede durar siglos, un ejemplo de ingenio humano y una joya poco conocida en nuestro país.

Las patatas tienen un campo de energía gastronómica particular. Yo las veo algo así como una especie de alimento jedi: muy humilde y a la vez tremendamente poderosas. Pocos alimentos han sido tan importantes en el sustento del populacho paniaguado a lo largo de los siglos en que tristemente el estado natural del personal ha sido la guerra y la hambruna. Además están avariciosamente ricas, pecaminosamente buenas. En los bastante y muchos años que he tardado en criar canas y lorzas de más solo he encontrado a una persona a la que no le gustasen las patatas.

“El bistec, ¿cómo lo quiere, con patatas o ensalada?” ¿Cuántas veces nos habrán hecho esta pregunta al pedir la comida en un restaurante? ¿Y qué hemos pensado? “Buf, no me apetece ni una cosa ni la otra… qué poca imaginación tienen en esta casa!”.