
Sukalki, nuevo referente para el picoteo en Vitoria
Gastronosfera 24/05/2014Sukalki, de recién apertura en Vitoria, es una taberna moderna con alma tradicional pilotada por el chef Luis Angel Plágaro.
Hay quien prefiere bajarse del tren cuando no le termina de convencer el rumbo que va tomando el viaje y también quien opta por dar un paso hacia atrás para coger impulso. De forma más natural, otros sueñan con montarse en un hipotético Delorian y realizar ese regreso al futuro donde disfrutar de una mayor libertad para dar rienda suelta a su pasión culinaria. En este coche de película se han subido los socios y propietarios del restaurante Sukalki de Vitoria, que apuestan por los valores tradicionales de una taberna con toques de modernidad en medio de un ambiente familiar y cercano. El Sukalki, que echó a andar el pasado 24 marzo, recoge el testigo en la misma céntrica calle Florida de la capital alavesa de La Cocina de Plágaro, dado que el propio Luis Angel Plágaro y su hermana Leticia, que aporta su experiencia como prestigiosa somelier, dan continuidad al negocio familiar en compañía del chef vizcaíno Aitor Etxenike, que viene a garantizar que “siempre habrá un cocinero titular en la cocina para que la calidad no se resienta nunca”.
Luis Angel Plágaro y su forma de trabajar son ya de sobra conocidos en Vitoria, no en vano puede presumir de ser el primer cocinero alavés galardonado con la distinción Km0 del movimiento slow food y Aitor Etxenike aporta una particular vitalidad y todos los conocimientos adquiridos durante su paso por la Escuela de Hostelería de Artxanda, y por los reputados restaurantes Boroa y Gaminiz, así como por el Bascook de Aitor Elizegi. Ambos forman una entusiasta y joven pareja de cocineros que pretende romper moldes en cuanto a la interacción con el cliente. Luis admite que el ‘snobismo’ y la formalidad de un restaurante de nivel medio-alto ha supuesto una especie de corsé del que se quiere desprender en el Sukalki. “Queremos que según terminemos de emplatar en la cocina, nosotros mismos sirvamos el plato en la mesa. De esta forma, podemos explicar al cliente las dudas que le asalten y recibimos también sus halagos, críticas o sugerencias, proporcionando un trato cercano”.
El cambio de concepto a un negocio más informal ha conllevado una espectacular modernización del local, que ahora cuenta con un servicio de barra y trabajará con algunos pintxos de forma esporádica, pero el punto fuerte seguirá siendo la comida. Las cenas de homenaje, celebración o de empresa, más protocolarias han dejado de ser el objetivo y en el Sukalki habrá cabida para unas comidas más desenfadadas y ágiles con menús, cazuelitas y tapeo con una excelente relación calidad-precio. “No estamos de acuerdo con los extremistas que oponen la cocina tradicional a la moderna. Nosotros tratamos de combinar ambas intentando además utilizar lo máximo posible el producto alavés”, explica Luis, que defiende el trato directo con los productores de la zona y la humanización de todos los procesos de la cocina desde la compra.
Los cocineros del Sukalki han organizado el menú con tres entrantes a modo de mini-raciones entre los que casi siempre entra una de puchero, una ensalada o algo de pasta o arroz o unas croquetas caseras y un segundo a elegir. Además, entran dos postres estilo yogurt, arroz con leche, flan o cuajada en formato pequeño. No faltan platos tradicionales como el bacalao al pil pil o los callos que conviven perfectamente con otros más sofisticados como la ensalada de contra de potro y foie marinados con piñones y frambuesa liofilizada. La apuesta por abandonar la seriedad del restaurante en favor del mayor desenfado de una taberna no supone que renuncien a sus inquietudes creativas porque a ambos cocineros les apasiona su trabajo. “Nos gusta sorprender y en lo que invertimos el ingenio ahora mismo es sobre todo en la preelaboración para que luego el proceso sea mucho más ágil. Son platos elaborados pero más previamente que en el momento para que el cliente no tenga que esperar”.
El Sukalki, que coge el nombre de un plato típico vasco de gran consistencia y arraigo, arranca con esas mismas características. Vitoria perdió la Cocina de Plágaro, pero ha ganado una taberna que ofrece calidad, experiencia, asequibilidad, cercanía y entusiasmo. Ingredientes más que suficientes para cocinar un éxito que no tardará en llegar. Más información: Sukalki Florida, 37 Vitoria Teléfono: 945 279 654Texto de Igor Goikoetxea
Comentarios
Vamos dos personas a cenar y ...
Vamos dos personas a cenar y nos comentan que si esperamos un rato nos preparan una mesa, mientras esperamos nos comenta la persona que se encarga del comedor que enseguida nos prepara la mesa. Pasados 15 minutos entran seis personas y piden mesa en la barra, la camarera les dice que esta complicado pero que esperen, habla con la encargada del comedor y..... De repente esta se da cuenta de que si junta la mesa de dos que tiene para nosotros y una mesa de cuatro que se acaba de levantar consigue sentar a los seis. Después de una espera de 25 min. nos dice que lo siente mucho, que se ha equivocado y que la mesa estaba reservada ( creo que a estas alturas todos sabemos que no reservan mesa en este sitio). En fin, con cara de tontos nos vamos a buscar otro sitio donde poder cenar. Menuda mierda de principios y de falta de atención con el cliente. Espero que el dueño del Sukalki pueda leer esta queja ya que bastante difícil es hacerte un nombre como para perderlo con actos de este tipo.
TRATO AL CLIENTE ...
Pues... Después de 8 - 10 veces de intentar ir a cenar un Viernes, ya he tirado la toalla. No volveré. Primero, no se reservan mesas. Segundo, te dicen que esperes, sin especificar cuánto. Tercero, depende de cuántos seas, te dan mesas antes o después. O sea, si se vacía una mesa de cuatro, se la dan al siguiente grupo de cuatro, aunque seamos dos y llevemos más tiempo esperando. Y para rematar, la estupidez, chulería e insolencia de los camareros, que al preguntarles pasan de largo sin siquiera dirigirte una mirada. No puedo opinar de la comida, ya que no la he probado. No la probaré. No pienso volver. No aguanto ese trato altanero e impertinente. Llegará el día en el que no tengáis tanto éxito, y echéis de menos a los clientes.