/ El bulli
Hay restaurantes, no muchos quizás, que son como una casa. Por enormes y acogedores. Lugares que van camino, si no lo son ya, de convertirse en auténtico patrimonio gastronómico. Así. Sin más. Sin precisar de dónde.
Os voy a resumir en dos grandes puntos lo que significa para mí el Fòrum Gastronòmic de Girona. En primer lugar, la ocasión de compartir durante horas la compañía de decenas de compañeros bloggers con los que comparto tecla y pasión.
La camisa que Albert Raurich utilizaba como jefe de cocina en El Bulli está enmarcada en la entrada de su bar/restaurante barcelonés, Dos palillos, en el corazón del Raval. Porque de su trayectoria allí y de un viaje a Nueva York con Ferran Adrià nació la idea de crear un restaurante que uniera la filosofía de las tapas con la cocina asiática.
No tiene el querido lector ninguna obligación de conocer que soy uno de los habitantes de la corona metropolitana barcelonesa (podríamos definirlo también como lo hizo Sidonie: Un Dandy de Extrarradio). Aunque sí que es mía la obligación de contarlo: mi profesor de redacción lo llama añadir el contexto y yo lo llamo poner la venda antes que la herida. Porque ni quiero ni puedo ejercer de sesudo crítico con las siguientes líneas dedicadas al 41º Experience que Albert Adrià conduce desde el 164 de la Avinguda Paral.lel.