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Hace ocho años que Toti Pigem abría el local, situado en una antigua casa señorial de 1900 en la Pujada de la Mercè, a poca distancia de la Girona más turística pero al abrigo del bullicio. Un establecimiento que tiene entre sus atractivos más destacados un fabuloso jardín que se ha convertido en un inmejorable escenario para disfrutar de una buena comida o una copa a la luz de las velas en pareja o con los amigos. Transcurrido este tiempo, Pigem y el chef Ángel Roqueta han sacudido completamente la carta partiendo de la base de siempre: que el producto sea de calidad.

La pizza napolitana acaba de ser declarada por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Más que el producto en sí, lo que se reconoce es el trabajo de los 'pizzaioli', esos profesionales que desde hace más de doscientos años elaboran las masas, las hacen girar en el aire de forma espectacular y luego les añaden los ingredientes antes de introducirlas en hornos de leña para cocinarlas. Efectivamente la pizza nació en Nápoles.