/ Menorca

Charlar con Oriol Castell, socio fundador del Grupo Ses Forquilles, es sentirse en familia. Sentados en la barra del restaurante maonés Ses Forquilles, Castell nos explica de qué manera ha evolucionado su cocina y la gastronomía menorquina en los últimos años y entendemos el porqué de su merecido éxito.

Dicen que el duque de Richelieu, estando en Mahón al mando de las tropas francesas que ocupaban la isla de Menorca entre 1756 y 1767, entró en una fonda y pidió algo para comer. El propietario solo tenía unos restos de carne, y se la sirvió acompañada de una salsa que hizo las delicias del duque. Tanto es así que se “llevó” la receta a Francia. Este hecho, real o no, ha propiciado que durante muchos años se creyera que la mahonesa era una salsa de origen francés.
Uno de los tópicos con que cuenta Menorca es que el plato más reconocido de su gastronomía es la caldereta de langosta, una suculenta sopa marinera que tiene como base un buen sofrito. Un plato que, aunque se cocinaba antes, adquirió notoriedad y popularidad con el fenómeno turístico de los años 80. Pero la cocina de Menorca es mucho más que langosta, y la langosta es mucho más que caldereta.
En Menorca se produce un delicioso queso con Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) desde 1997. Su aroma y sabor es resultado de la conjunción entre la particular geografía de la isla, la cultura ganadera menorquina y el amor que los productores vuelcan en su elaboración y maduración artesanales.