Todos los Santos es, gastronómicamente hablando, festividad de boniatos y panellets, aunque cada vez más gente la celebra a la americana e incorpora Halloween con todo su ritual, incluidas las calabazas vaciadas y torneadas para convertirlas en caras que dan miedo.
Porque las calabazas siempre han tenido muchas utilidades, desde servir como flotadores para nuestros abuelos y bisabuelos cuando no sabían nadar hasta cantimploras para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago.