Las chicas, los chicos y los maniquís

Las chicas, los chicos y los maniquís: la movida en tapas
Las chicas, los chicos y los maniquís
Las chicas, los chicos y los maniquís
23 Octubre, 2017
Carlos Maribona
La familia Iglesias desembarca en Madrid con un restaurante de tapas y raciones muy especial que rinde en todos sus detalles homenaje al fenómeno cultural de los años 80.

Situado en el hotel Axel, en la calle de Atocha, este nuevo restaurante supone el desembarco en Madrid de la familia Iglesias, propietaria, entre otros, de Rías de Galicia, para mí la mejor marisquería de Barcelona, y socios de Albert Adriá en sus establecimientos de El Barri en la Ciudad Condal.

Los Iglesias han elegido para su primer proyecto en la capital un nombre que sin duda resulta muy particular. Llamativo cuanto menos. Los chicos, las chicas y los maniquís rinde homenaje a aquella Movida madrileña de los años ochenta que fue todo un fenómeno cultural. Y para ello se han cuidado al máximo los detalles de la decoración, todos los cuales tienen relación con aquel movimiento artístico y social. En un espacio tremendamente informal encontramos colores chillones, carteles luminosos, continuos guiños a los personajes más populares de la época, soportes de platos relacionados (uno, por ejemplo, es la estatuilla de un Óscar, en clara referencia a Almodóvar), música ambiental de aquellos años o una carta que se presenta en fundas de vinilos. Y por supuesto también numerosas referencias en los nombres de los platos: papa Luci Boom, tostada Maripili, patatas Massiel, Nacho Pop, burrata Siniestra Total, o ciruelas Vainica Doble. El restaurante ocupa varios espacios diferenciados, que van desde una barra en la que los clientes pueden sentarse para comer de una manera rápida hasta dos comedores más tradicionales, aunque en todos los casos con ese aire de informalidad máxima que caracteriza esta casa.

Ambiente divertido, sin duda. Pero lógicamente lo que nos interesa es la cocina. Y en este Los chicos, las chicas y los maniquís se come bastante bien. Platos que han diseñado durante varios meses los cocineros del grupo Iglesias y que aquí ejecuta con acierto Pedro Gallego, un profesional con larga experiencia que está al frente de todo. En su mayor parte, se trata de tapas y raciones que han sido pensadas para compartir, a tono con el ambiente desenfadado del local. En la carta hay un poco de todo. Lo mismo una selección de conservas de calidad (mejillones, navajas, berberechos, sardinillas), buen jamón ibérico de Sánchez Carvajal o coppa de Joselito que elaboraciones inspiradas en las creaciones de Ferrán Adriá a las que se aplican técnicas modernas pero manteniendo siempre el sabor por encima de todo. Así, por ejemplo, las esferificaciones de aceituna, que están francamente logradas, o la peculiar versión de la tradicional Gilda, que aquí llaman Hermenegilda, con una aceituna gordal rellena de anchoa y espuma de piparras, que se sirve sobre un soporte que recuerda el Óscar que recibió Almodóvar.

Resultan correctas las yemas de espárrago trufadas y con piñones y muy rica la tostada Maripili, con anchoa, brevas y crema de queso ahumado, buena combinación. La croqueta de jamón, que llega con un guiso de pollo por encima, está cremosa y con mucho sabor. Y las patatas bravas Massiel, hechas al estilo de Barcelona, es decir mixtas con salsa brava y alioli (una espuma ligera), presentan la piel crujiente y resultan muy tiernas por dentro.

Más flojo el guacamole Nacho Pop, con gambas y salsa criolla, acompañado de totopos de maíz, lo mismo que un insulso ceviche de corvina tai, innecesaria concesión a las modas del momento. Por el contrario, está muy rico el bocadillo de calamares, en pan negro de tinta, con encurtidos y mayonesa de kimchi. También resulta recomendable el steak tartar, hecho con buena carne picada a mano, con una yema de huevo por encima y patata crujiente al lado. Y no está mal el muslo de pollo tonkatsu con setas, mozarella y salsa teriyaki.

En los postres, no vale nada la insípida espuma de crema catalana con sorbete de manzana ácida (llamada Champú de Huevo). Mejor el “Flan fatal”, una panacota con trozos de higo, miel y nueces, o las ciruelas Vainica Doble, al armagnac con helado de vainilla y chantilly. La carta de vinos es bastante breve, aunque con algunas referencias atractivas. Un sitio peculiar que puede funcionar bien.

Calle de Atocha, 49
28012 Madrid Madrid
España

910 883 383

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