Casa Leopoldo

Casa Leopoldo: historia gastronómica
Casa Leopoldo
Casa Leopoldo
25 Septiembre, 2017
Carlos Maribona
Romain Fornell y Óscar Manresa han recuperado con acierto, manteniendo su espíritu, una casa imprescindible para entender la cocina barcelonesa tradicional.

Las grandes ciudades necesitan conservar sus restaurantes históricos, aquellos que durante lustros han sido escenario de la vida social y cultural. Es el caso, en Barcelona, de Casa Leopoldo, una casa de comidas abierta en 1929 en el barrio del Raval que en estos noventa años ha sido una referencia de la mejor cocina tradicional. Los que no somos ni vivimos en la Ciudad Condal conocimos primero esta casa no por su cocina sino por las continuas referencias que a ella hacía Manuel Vázquez Montalbán en sus novelas policíacas. Su personaje Pepe Carvalho, fiel reflejo del entusiasmo del escritor por la gastronomía, era un devoto de Casa Leopoldo y de sus platos. Tras un tiempo de esplendor, el restaurante entró en una acusada decadencia que le llevó al cierre hace un par de años. Ahora, dos grandes profesionales de la cocina, Romain Fornell y Óscar Manresa, han comprado el local y tras someterlo a un profundo lavado de cara han reabierto Casa Leopoldo recuperando su espíritu de siempre.

Los comedores, remozados tras años de abandono, mantienen esos azulejos que son parte indisoluble de esta casa, los viejos carteles taurinos, los cuadros, las sillas de madera y todos los detalles que forman parte de su historia. Los camareros siguen vistiendo las clásicas chaquetillas blancas con detalles dorados. Entrar allí es reencontrarse con otros tiempos, ni mejores ni peores, con parte de nuestra historia. Pero siendo importante este aspecto estético, lo fundamental es que Fornell y Manresa han conservado la cocina tradicional que dio fama a la casa. Esa cocina popular barcelonesa por la que no pasa el tiempo. Platos de siempre que han sido convenientemente puestos al día pero conservando los sabores de la memoria. Y además lo han hecho buscando unos precios que encajan con la tradición de las casas de comidas. Así que, salvo algunas entradas sueltas, todos los platos forman parte de un menú que por 32,95 euros por persona permite elegir entre un primero, un segundo y un postre y que además incluye el agua (servida por cierto en jarras que recuerdan a Pepe Carvalho), el café y vino o cerveza.

Allí están todos esos clásicos por los que no pasa el tiempo: el bacalao esqueixat, la escalivada de verduras con sobrasada, el rabo de toro, el fricandó de ternera el guiso de judías de Ganxet con butifarra… Una oferta tentadora y tan amplia que obliga a repetir varias visitas para disfrutarla al completo. En nuestro caso, abrimos boca con unas impecables croquetas de jamón ibérico, cremosas y bien fritas, para seguir con unas lonchas de jamón bien cortado. El que tienen es de Joselito, siempre una garantía. Para acompañarlo, pan tostado con tomate. El pan procede del horno Sant Josep.

Pruebo el paté casero de campaña, magnífico, en el que se aprecia la formación francesa de Romain Fornell. Al lado, unas tostadas para untarlo y unas piparras en vinagre para darle el adecuado contrapunto. Para refrescar, una ensalada con tomate de temporada, cebolla morada y ventresca, antes de pasar a otro de los imprescindibles de la casa: la tortilla francesa rellena de langostinos y jamón con salsa americana. No se puede hacer mejor una tortilla. Esponjosa, suave, tersa. Un acierto.

Los arroces son otro de los fijos de Casa Leopoldo. En mi caso, el negro con sepia y calamar, presentado en la mesa en su paella, con una capa fina de arroz y su correspondiente socarrat. Está bueno, pero mejor aún está el cap i pota, estupendo. Ese guiso de callos con garbanzos con su justo toque de picante, lleno de sabor, para comerse una cazuela entera. Y aún hay sitio para probar otro clásico de la cocina, el entrecot con salsa Café de París. Buena carne y la salsa hecha como mandan los cánones académicos. Los postres son otro canto a la tradición: flan, crema catalana, arroz con leche, torrijas al café, babá al ron. Opto sin embargo por uno de esos platos que ya apenas se encuentran, las crepes Suzette. El camarero las prepara ante nuestra vista con mucha habilidad y con el debido ceremonial, que incluye un toque de Grand Marnier. Conviene probarlas.

Hay que felicitar a Fornell y a Manresa. Recuperando Casa Leopoldo recuperan también buena parte de la historia gastronómica de Barcelona. Casi nada.

Carrer de Sant Rafael, 24
08001 Barcelona Barcelona
España

934 413 014
De miércoles a domingo de 13 a 16 h y de 20 a 23 h.

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