2 Noviembre, 2013
Jordi Luque

Algo pasa en el Paral·lel de Barcelona. O, mejor, alguien. Alguien pasa transversal al Paral·lel y pone de relieve todas las tangentes de la gastronomía más vibrante. Cocina tecnoemocional, tapas contemporáneas, cocina nikkei, tapas tradicionales… en unos meses, también un mexicano. Y cada nuevo establecimiento es ejemplar dentro de su etiqueta. Estamos hablando de Albert Adrià.

La Bodega 1900, su última apertura, es posiblemente su local más punk. Desde un punto de vista conceptual, quiero decir. Ahí puedes tomar una cerveza o un vermú mientras comes boquerones, anchoas y patatas chip con salsa de aperitivo. ¿Qué tiene de punk esa tradición? En otras circunstancias, nada; pero considerando que Albert Adrià fue director creativo de elBulli Taller, el centro de I+D del restaurante más revolucionario de la historia, la cosa es muy punk.

¿Qué hace uno de los chefs más vanguardistas del mundo sirviendo queso cortado en triángulos, picantones a la brasa y cortezas de cerdo fritas? ¿Por qué ha colgado un documento como el programa del Documenta 12 de Kassel en la pared? El programa de la quinquenal artística que validó la entrada de elBulli en el mundo del arte adorna una bodega de barrio. Esto es la Bodega 1900, una bodega de barrio, una vermutería. El lugar donde Albert Adrià puede “relajarse” abriendo latas de conserva y tirando cañas mientras que, en la acera de enfrente, dirige la pista circense del Tickets y los viajes gastronómicos del 41º, una alucinación hecha restaurante.

La Bodega 1900, además de su local más amable y asequible, se puede comer sin reserva previa y por unos treinta y cinco euros de media, es un símbolo. Albert dice que le gustaría morirse tomando un vermut. Lo tiene clavado en lo más hondo de su memoria, en la zona incierta que habitan los recuerdos felices de la infancia.

Si algún día vas, no te pierdas las cañas, los ibéricos, los molletes (el de calamares se llevará la fama pero el de pollo es de otra galaxia), las conservas (en serio, nunca has probado un boquerón en vinagre tan firme), el foie y el picantón a la brasa, el melón impregnado de vermut blanco y ginebra… la carta es un festival de buenos productos servidos de la mejor manera posible. Algunos clientes aún se sorprenden de que alguien con el apellido Adrià pueda ofrecer tapas tradicionales. Única concesión: olivas esféricas. El resto: salazones, conservas, ahumados y brasa.

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Ésta es la segunda apertura de Albert en 2013. Le precede el espectacular Pakta, restaurante de cocina Nikkei, y le seguirá Yauarcán, un mexicano inspirado en la Teta Enroscada de Abierto hasta el amanecer. Dudo que Salma Hayek baile sobre las mesas semidesnuda o que todo acabe en una masacre de vampiros. Aunque, quién sabe, con Albert todo es posible.

Por cierto, para quien quiera saber más sobre Albert Adrià, al que muchos consideran el "chef más infravalorado del mundo", un servidor participa, desde el pasado mes de febrero, en el rodaje de un documental sobre la consecución de su éxito y de su propia identidad. Se titula Constructing Albert e intenta recoger lo mucho que tiene que decir sobre emprendeduría, creatividad, toma de decisiones arriesgadas… Os dejamos el tráiler, un teaser, un avance, en exclusiva para Gastronosfera.

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