The Othilio Bar

The Othilio Bar: el Vigo gastronómico que se reinventa
The Othilio Bar
The Othilio Bar
3 Noviembre, 2020
Jorge Guitián
The Othilio Bar es ya casi un clásico de la ciudad de Vigo, uno de los responsables de que la zona entre Montero Ríos y la Plaza de Compostela sea hoy uno de los puntos más vibrantes de la escena gastronómica del sur de Galicia.

Vigo es una ciudad que se transforma constantemente, incapaz de conformarse con una imagen determinada. La ciudad que se veía como obrera se transformó, en los años 80, de la mano de la Movida Viguesa y el Grupo Atlántica en un centro cultural de primer orden. Y ahí sigue, en la misma línea, sin conformarse, reinventándose de una manera constante con un entusiasmo contagioso. 

En los últimos años ese dinamismo se ha ido trasladando a la escena turística y, sobre todo, a una gastronomía que se ha quitado complejos de encima y que, sin renunciar a su pasado o a las enormes ventajas de la despensa de las Rías Baixas, se reivindica como creativa, inconformista y, sobre todo, desenfadada. 

Y The Othilio Bar tiene una importante dosis de responsabilidad en esa imagen, en la conformación de la imagen de ese nuevo Vigo que es hoy uno de los lugares a los que conviene estar atentos cuando se habla de cocina en Galicia. 

The Othilio

Los orígenes de un barrio con perfil gastronómico 

Carlos Rodal llevaba ya casi dos décadas dedicándose al mundo de la hostelería cuando decidió que era el momento de atreverse con su propia propuesta. El lugar que encontró fue un local en la calle Luis Taboada, en la parte baja de la ciudad, a un paso del puerto, del Casco Vello y del Náutico. 

En aquel espacio de paredes de piedra había habido ya un restaurante, aunque la zona, por aquel entonces, quedaba a la sombra del vecino eje de Rosalía de Castro, mucho más activo. Carlos se dejó convencer por el encanto de aquel local y por el potencial del barrio, convenció a su hermano Pablo para sumarse a la aventura y así nació The Othilio Bar. 

Hace ya 7 años de esto y la intuición de Carlos se ha ido confirmando con el paso del tiempo. Hoy las calles vecinas bullen con propuestas japonesas, peruanas o con formatos de alta gastronomía. Y todo, en parte, gracias a que The Othilio puso una de las primeras piedras. 

La propuesta Othiliana

Carlos tenía claro que quería capitanear un proyecto que se adaptase a la ciudad, a lo que buscan los vigueses: un lugar en el que proponer platos sabrosos, divertidos y sin complejos, capaz sorprender sin perder de vista la solidez de una cocina que ha sido siempre su base y su razón de ser. 

The Othilio Bar nacía como una alternativa de precios contenidos y propuesta ecléctica, como un lugar al que ir por el simple siempre sobre seguro. Su intención era la de disfrutar haciendo disfrutar, la de trasladar toda la experiencia acumulada durante años a una carta sabrosa y, sobre todo,  desenfadada y sin corsés. 

Y ahí sigue, siete años después, fiel a la misma filosofía y divirtiéndose en cada servicio. Como se divierten los incondicionales del local que llenan sus instalaciones a diario. Si medimos el éxito de una propuesta gastronómica por la capacidad de llenar a diario sus instalaciones con un público local que, además, en buena medida vuelve con frecuencia el de The Othilio Bar es, sin duda, un caso de éxito. 

Una carta para todos los gustos

Carabinero

A lo largo de este tiempo la carta de The Othilio Bar se ha ido puliendo, de tal forma que llega a la actualidad con algún clásico, referencias a una tradición gallega que el equipo reinterpreta para traer a su terreno y platos eclécticos, que se van incorporando a la oferta a veces para quedarse. 

De este modo, quien busque una experiencia más cercana a la tradición, aunque siempre pasada por el filtro que Rodal aplica a todas sus elaboraciones, podría decantarse por una coca de sardina marinada, un arroz negro de chocos y carabineros o, tal vez, un canelón de rabo de vaca estofado con demi-glace y espuma de queso ahumado o una chuleta de vaca vieja. 

Boniato

Sin embargo, quien busque elaboraciones un tanto distintas podría optar por el carpaccio de pulpo con manzana, alioli y queso parmesano, quizás por el salmón ligeramente cocinado con escabeche licuado y minizanahorias, por la ensalada de sardina marinada con fresas y anacardos o quizás por la vieira con papada de cerdo y kale. 

Y quien se decante por una opción más informal, cercana al picoteo, encontrará en la carta unos croquetones de jamón ibérico, un burrito de vaca estofada con pico de gallo o unas empanadillas de rabo fritas con queso San Simón da Costa. 

Todo esto junto a clásicos de la carta, que sobreviven a cambios y a modas, como su ya mítico bocadillo de churrasco de cerdo ibérico con pimientos asados, rúcula, parmesano y chimichurri, que está en el origen de un spin-off del proyecto The Othilio Bar: Melitón Bocadillerías.  El steak tartar de solomillo de vaca rubia gallega, que se ofrece con la posibilidad de servirse junto a un huevo campero frito, o la vaca vieja que marinan en sal y azúcar durante 36 horas para obtener un resultado cercano al de una cecina artesana, pleno de sabor, son otras de las propuestas que son siempre un éxito. 

Salmón

Ambiente desenfadado y cocina reconfortante

La otra clave del éxito de The Othilio Bar, de alguna manera definida por el eclecticismo de su carta, es su ambiente, siempre animado. Son muchos los vigueses que disfrutan del local en sus momentos de ocio, aunque también lo hacen entre semana o en comidas de trabajo, ya que otra de las grandes bazas del restaurante es su competitivo menú del día. 

Y junto a ellos, turistas y visitantes de la ciudad, atraídos por las buenas críticas, por las guías y por las recomendaciones dan forma a un ambiente cambiante, en el que no hay una franja de edad definida y en el que tiene cabida todo tipo de clientela. Esa era una de las ambiciones del equipo y es, seguramente, uno de sus éxitos: funcionar bien tanto con los hijos como con los padres, con parejas y con familias, tanto con visitantes como con locales. 

The Othilio

Tal como lo explica Carlos: “ya sea en una cita o en una reunión de trabajo, para pasar un rato con amigos o si quieres llevar a tus padres a un sitio diferente en el que van a estar a gusto, nuestros clientes saben que vamos a funcionar, que entendemos lo que quieren y que nos adaptamos; que siempre habrá en la carta algo que se adapte a todo el mundo”. 

Esa apertura de miras les ha llevado a funcionar bien desde el primer momento y, con ello, a una expansión constante. A los dos años, The Othilio se quedaba pequeño, así que se hicieron con el local contiguo, un espacio en el que mantener la estética de los orígenes y poder crecer para poder dar un servicio mejor y, sobre todo, más confortable. 

Y tras ello, el hermano pequeño, Melitón Bocadillerías que, como decíamos, nace del éxito del ya famoso bocadillo de churrasco y que, instalado en la acera de enfrente, apenas a 20 metros, vuela ya por su cuenta. 

Todo gracias a una actitud abierta, capaz de leer el espíritu de la ciudad y trasladarlo al plato. The Othilio Bar es hoy ya una realidad consolidada, un pequeño clásico de ese Vigo gastronómico de corte casual, actual, sin complejos, que bebe de aquí y de allá para hacer suyas tendencias y modas, dispuesto siempre a hacerte pasar un buen rato sin olvidar que, al menos en este caso, lo esencial tiene que ocurrir en el plato. 

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