Materia Prima

Materia Prima: un lugar donde comprar y comer
Materia Prima
Materia Prima
6 Diciembre, 2021
Carlos Maribona
En esta casa los clientes eligen los productos que quieren comer y pagan solamente por la cantidad exacta que hayan comprado

Materia Prima lleva ya casi nueve años funcionando con una curiosa fórmula que ha tenido mucho éxito en este tiempo. Los clientes eligen los productos que quieren comer, deciden cómo se los van a preparar en la cocina y pagan solamente por la cantidad exacta que hayan comprado. Nada más entrar al local, lo primero que se encuentra es un amplio mostrador en el que están expuestos una serie de mariscos, pescados y carnes. Allí, asesorados por un experto pescadero y otro carnicero, van seleccionando lo que desean, como harían en cualquier puesto de un mercado. Cada producto que se exhibe figura con su origen y su precio de venta. De hecho también funciona como tienda, ya que el comprador se puede llevar lo que adquiera a su casa. En el caso de que decida comer allí, el restaurante cobra 8,80 euros por persona por cocinar lo elegido.

Langostinos

Entre otras ventajas, la fórmula permite comer a precio de mercado con ese pequeño recargo y, sobre todo, permite al cliente elaborarse un menú a su gusto y con las cantidades exactas ya que todo se vende al peso. En estos tiempos en que se lucha contra el desperdicio alimentario no está nada mal este sistema, que evita esas raciones cerradas de las que bastantes veces se quedan bastantes restos en el plato. Una vez elegido lo que va a comer, el comensal decide también cómo quiere que se lo preparen, siempre asesorados por el especialista que está tras el mostrador. Además, el restaurante ha creado una tarjeta Vip para clientes habituales a los que se aplican importantes descuentos en la factura final.

Bacalao

En la planta baja de Materia Prima, junto a los mostradores, hay algunas mesas altas para un picoteo más informal. El comedor, con una distribución algo incómoda, se encuentra en la primera planta, a la que se accede por unas escaleras. Y en los amplios jardines que hay frente al restaurante, cuenta con una amplia terraza, casi siempre llena de público. Muchas veces lo difícil es elegir, porque casi todo es apetecible y entra por los ojos. La calidad del producto que se exhibe en las vitrinas es notable, sobre todo en la parte marina, mucho más abundante que la cárnica. En mi última visita opté por un par de buenas ostras francesas al natural y por unos langostinos que estaban vivos en el mostrador. Entre las opciones de hacerlos a la plancha o cocidos, elegí esta segunda opción. Cuando los langostinos son buenos están mucho mejor así. Tres piezas de buen tamaño y sabor. En el expositor destacaban también unas coquinas pequeñas pero con buena pinta. Un puñado de ellas, salteadas, resultaron muy sabrosas y sin arena. Y finalmente, para rematar el capítulo de entradas, una decena de boquerones que resultaron muy bien fritos. Como ven, pequeñas cantidades de cada cosa para disfrutar mucho más.

Ostras

Como plato principal, un corte de mero, que tenía muy buen aspecto en el expositor. El pescadero me sugirió prepararlo en caldeirada. En realidad, más que una caldeirada se trataba de una base de crema de patata con pimentón, pero el conjunto funcionó. Buen pescado, pero un poco más hecho de lo que me hubiera gustado. En el lado de las carnes, más reducido, entrecot y solomillo de vaca entre otros cortes, procedentes de La Finca. No todo hay que elegirlo en el mostrador. Hay otros platos como la ensaladilla rusa o unas patatas bravas, además de postres como la quesada pasiega o el brownie de chocolate, pero evidentemente en esta casa lo recomendable es ese divertido juego de seleccionar personalmente lo que se va a comer. Lo que no está a la altura es la oferta de vinos, demasiado pobre.

Calle del Dr. Fleming, 7
Madrid Madrid
España

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