Calle 365

Calle 365, el mexicano que ha conquistado el barrio de Las Letras oculto en una antigua botillería
Calle 365
Calle 365
23 Marzo, 2022
Abraham Rivera
El espacio efímero y conceptual cambiará cuando pase un año. Mientras tanto, las estéticas de los pueblos huichol y otomí son las que desfilan en la recreación de este oscuro callejón mexicano.

Tres. Seis. Cinco. 365 son los días que permanecerá abierto este local clandestino en uno de los epicentros del barrio de Las Letras. Parapetado en lo que antiguamente fue una vieja botillería. La gente detrás de proyectos como InClan Brutal Bar, Lovo o Rosi la Loca (todos situados estratégicamente a escasos metros unos de otros) lo han vuelto a hacer con una iniciativa excepcional.

Lo primero que llama la atención es el secretismo con el que funciona este espacio, ubicado en la confluencia entre las calles de Echegaray y Manuel Fernández y González. Desde fuera nadie puede intuir lo que su interior esconde. Las colas son monumentales y diarias. Todo el mundo quiere entrar y probar lo que ofrece este autodenominado callejón secreto.

Local

Calle de Echegaray, 18
Madrid Madrid
España

Recreando la noche de un callejón

Y lo que uno encuentra tras pasar la puerta de entrada, camuflada debidamente, es la recreación de una fiesta callejera en Oaxaca. La inspiración mexicana, sus diferentes dioses y culturas, inundan barra, tragos y picoteo. El interiorismo, a cargo de uno de los grandes grafiteros del momento, Spaik, donde se mezcla sin problema la estética huichol con diferentes elementos del pueblo otomí, resulta colorista e inmersiva.

Local

Adoquines en el suelo, un alebrije de enormes dimensiones que sobrevuela las cabezas de la clientela, un foodtruck que antiguamente era utilizado para transportar el agave con el que hacer el tequila y algún que otro recoveco son los ingredientes de Calle 365.

Se respira un ambiente de fiesta, a pesar de que se puede estar tranquilamente tomando algo en el mostrador o cerca de uno de los innumerables barriles desperdigados por su interior. Acompaña la música de un DJ a diario, con ritmos cercanos al house, al deep o al disco más orgánico. Aunque, si se está pendiente de las redes sociales del local, no es difícil encontrar un día mariachis, pasacalles o personalísimas fiestas con la cultura oaxaqueña por bandera.

Cócteles y cervezas de fantasía

De comer y beber han apostado por la sencillez. Una carta con poco más de seis tacos, una decena de cócteles y varias cervezas, donde destaca la Malquerida, una cerveza roja, cuyo peculiar color es dado por la flor de Jamaica. La creación de los hermanos Adria complementa unos cócteles de trago largo, en los que domina el mezcal y el tequila. Todo ello acompañado por las creaciones del taller de José Piñero, unos vasos con forma de jaguar, dragón o catrina. La sensación del lugar. Algunos echan humo (debido al uso del hielo seco), otros chispas (al quemar la canela) o directamente brillan en la oscuridad (al combinar alcohol con vitamina B12).

La lotería mexicana inspira los demás tragos. La paloma es su versión más refrescante del clásico combinado, aquí con chipotle; la rosa es un gin tonic, aromático y floral, que se acompaña de un cordial de rosas y pimienta; o el corazón es su revisión del mítico margarita, pero algo más goloso al llevar un cordial de piruleta. Les siguen la pera, la muerte, la campana o el melón. Y muchos más: mezcal mule, bloody con tequila, michelada, mezcalini y cuatro tipos diferentes de margaritas de colores (melón, agave azul, guayaba y fresa). Los más solicitados.

Tacos artesanos

Para llenar el estómago nada mejor que sus tacos caseros y elaborados al momento, con una tortilla de maíz fina y envolvente. Perfecta para introducir la tinga de pollo, la cochinita pibil, el chilorio, las setas o el pico de gallo. Guisos profundos y con mucho trabajo detrás, uno de los cocineros apunta como algunos de estos aderezos tienen un proceso de más de 24 horas.

Tacos

La gente observa el cronómetro que hay según se traspasa la puerta. Ahí aparece reflejado el tiempo que falta para que todo vuelva a cambiar. El reloj marca 262. Son los días que quedan. Hay que darse prisa y volver, que lo bueno no puede esperar.

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