
Restaurante Croco: el sueño de un nuevo y joven talento

Nando Cháfer tiene 27 años y un alma libre de cocinero. Hace apenas un par de meses abrió las puertas de su restaurante Croco en Valencia. Un espacio que huele y sabe a gastronomía de interior, aunque también con un marcado acento mediterráneo. Es un proyecto pequeño y muy personal. De ahí que su propuesta tenga principalmente esa base de caldos, de verduras y de aromas de montaña, pero sin olvidar que Valencia también sabe a mar y a huerta.
La carta de Croco está llena de recuerdos y de sabores de infancia a los que Nando Cháfer hábilmente reinventa dándoles una vuelta de tuerca. La cocina a fuego lento de sus abuelas, de su abuelo… De hecho, el nombre del restaurante es un homenaje a esta última figura familiar conocida popularmente con el apodo de safranero (azafranero en castellano). Y Croco es sinónimo de la flor del azafrán.
Una manera de vivir y entender la cocina donde también ha jugado un papel importantísimo la formación de Nando en reconocidos restaurantes de España. Precisamente fue después de su paso por estas grandes casas de la gastronomía cuando el joven chef decidió montar su primer local. Lo hizo junto a sus padres en una pedanía del interior de la provincia de Valencia, sin olvidar que su sueño era un restaurante con más envergadura en la capital del Turia.
Un momento que ha llegado y promete convertir Croco en un lugar de referencia, tanto de la rica y variada cocina de interior como de talento joven. En este sentido, cabe destacar la cohesión y el buen hacer de un equipo de profesionales que no supera los 30 años y donde encontramos a Javi Vidal como jefe de sala y a Greta Pozzobon como ayudante de cocina. “A pesar de no conocernos con anterioridad, hemos conseguido encajar a la perfección y formar un gran equipo a todos los efectos. Estamos muy involucrados con el proyecto y queremos trasmitir esa actitud en cada servicio. Personalmente me encanta tener presencia en sala. Es el mejor termómetro para medir la satisfacción del cliente”, señala Cháfer.
Su carta plantea una reflexión en torno al sabor y la temporalidad. Precisamente porque ésta última lleva implícita una invitación al disfrute hedonista. De ahí platos como las alcachofas con pato curado en casa, pan crujiente de romero y crema líquida de jamón; la corvina con crema de acelgas, guisantes y puré de coliflor asado; las mollejas de ternera glaseadas, trompeta negra, chirivía, judía redonda y champiñón; la lubina en caldo tostado de sus espinas, el ‘bollit’ y guisantes o la carne roja bañada en jugo de ternera, crema de bellota, seta de temporada y cebolleta fresca. Toda un declaración de intenciones.
Pero si hay un plato que en esta corta andadura ha conquistado los paladares de los más sibaritas, ese es su ya famoso steak tartar de solomillo de jabalí. Y es que la carne de caza, junto al producto de cercanía y proximidad, es otro de los puntales de Croco. A Nando le gusta visitar diariamente el cercano Mercado de Ruzafa donde selecciona cuidadosamente todo tipo de carnes y pescados, la verdura y el pan también los compra en establecimientos vecinos.
Porque en Croco no solo encontrarás buena gastronomía sino respeto, admiración y compromiso con el entorno. Así que solo nos queda celebrar su llegada. Aquí hay futuro.
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