
Martirio Limón, la cocina colorista de la Cala de Mijas

Dos hermanos y un destino: abrir un restaurante. Así ha sido la historia de José Ramón y Ángel Urzay. Llegaron hace años desde Logroño a la Costa del Sol y en 2019 abrieron Martirio Limón en la Cala de Mijas (Málaga) después de haber trabajado juntos en lugares tan referentes como Les Roches y el hotel Guadalmina. Fueron su abuela Lucía y sus entrañables historias culinarias de la infancia las que inspiraron el nombre de este coqueto restaurante que ha sabido mantenerse a pesar de haber abierto sus puertas unos meses antes de que llegase la pandemia.
En Martirio Limón, José Ramón y Ángel han trabajado en una carta en la que el producto local tiene presencia, haciendo una mezcla de sus raíces riojanas con la idiosincrasia de la despensa malagueña. Son, como ellos dicen, boquerones del Ebro. Su propuesta culinaria es una cocina mediterránea, divertida, desenfadada y con toques propios en la que se mezcla algo de cocina tradicional con técnicas y emplatados innovadores. Y esto último es literal, ya que tienen algunos platos cuya presentación no deja indiferente, como los churros con jamón, una propuesta en la que los churros están hechos de puré de patata para mojar en una taza donde el café es en realidad una emulsión de huevo frito. Otros platos que siguen esta línea original son también el gofre de pulpo a la parrilla con pimentón de la Vera o la tortilla rota de jamón ibérico de bellota.
Las patatas bravas son uno de los platos estrella de su carta. Y no es para menos. Las confitan en aceite de oliva virgen extra y luego les dan un golpe fuerte de aceite en la freidora para que queden crujientes por fuera. Después las rellenan con salsa brava, ali oli y pimentón de la Vera. Y por si al comensal le parecen poco picante, le ofrecen un dosificador de alegría riojana, o lo que es lo mismo una salsa elaborada con un pimiento traído desde su tierra que se cultiva junto al Ebro que es picante. También son muy aclamados su bacalao con jamón y crema de champán hecha al momento; sus croquetas de jamón, elaboradas con una bechamel tradicional; y su tartar de atún marinado con base de aguacate, cebolla y lima sobre una tosta de maíz frita que le aporta un toque crujiente.
Para los vegetarianos tienen algunas opciones muy interesantes, como la hamburguesa de quinoa con guacamole y curry, el brioche de heura con guacamole y salsa de vino tinto o los pimientos rellenos de crema y verduras. Asimismo, también disponen de algunas sugerencias aptas para personas celíacas.
Los más carnívoros también tienen su lugar, y para ellos hay propuestas como el pollo crujiente salteado con verduras teriyaki, el montadito de presa ibérica con jamón y queso ahumado o el lomo de vaca vieja con pimientos de la tierra y patatas panaderas.
Los postres, al igual que los demás platos de la carta, son todos de elaboración casera, destacando el brownie de chocolate con helado de pistacho, la piña asada con crema de Malibú y helado de coco y la oblea de dulce de leche y helado de violeta con queso crema y miel, un postre de inspiración colombiana muy bien armonizado en sus sabores.
Además de tener una carta amplia y divertida que combinan con las sugerencias del día, Martirio Limón dispone de varios espacios para disfrutar de sus platos: la terraza exterior, el salón de la planta baja y un salón de mayor amplitud en la parte alta al que han llamado el salón de la abuela. Aquí es donde celebran los eventos privados y donde todos los instagramers quieren hacer una foto en su divertido sofá de color limón.
Desde que volvieron a abrir tras la pandemia, en Martirio Limón no han parado de crecer. Tanto es así, que han creado una sección de comida urbana para llevar a casa que se aleja mucho del fast food más tradicional. Además, el futuro más próximo pasa por afianzar su propuesta gastronómica y su negocio, pero también por abrir un espacio con servicio de catering propio en el que celebrar eventos sociales y corporativos dando lo mejor de su carta.
Galeria
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